Las sardinas asadas en la playa. Eso es lo que Charo Alba
más echa de menos en Eindhoven (Holanda), donde actualmente
reside. Por eso intenta volver a su Ceuta natal cada verano,
aunque a veces no lo consigue y, en esta ocasión, llevaba
tres años sin volver. Cuando tenía catorce años, sus padres
emigraron a Holanda y, desde entonces, Ceuta no ha dejado de
representar su mayor añoranza. Cuando hace veinte años sus
padres volvieron, ella se planteó instalarse de nuevo en la
ciudad de su infancia, pero como a muchos otros el futuro
laboral le volvió a alejar de Ceuta.
Charo fue una de las personas que participó en el ‘I
Encuentro Memorial Juan Ramón Godino’, una actividad cuyo
objetivo era reunir, en señal “de amistad y de
confraternización entre los caballas”, a ceutíes residentes
fuera de la ciudad autónoma. Un encuentro organizado a
través de la red social ‘Facebook’ por Francisco Román y que
ha denominado con este nombre por ser de quien heredó su
pasión por la tierra, a pesar de la distancia. Aunque
tampoco son demasiados kilómetros los que separan a
Francisco de Ceuta, ya que, tras varios años en Madrid,
ahora vive en Chiclana (Cádiz).
Un centenar de personas anunciaron su participación en el
encuentro, aunque finalmente fueron en torno a una treintena
los que pudieron acercarse en la mañana de ayer hasta la
Plaza Virgen de África. El presidente de la Ciudad, Juan
Vivas, acompañado de otros miembros del Gobierno ceutí, se
acercó también a saludarlos. A todos los asistentes se les
entregó un diploma que acreditaba su participación en el
acto. Aunque más que la credencial, lo que los ceutíes en la
diáspora se encontraron fue “una Ceuta muy cambiada”. Así lo
manifestaba Francisco Fernández-Henarejos Saura. Aunque en
su caso, es ceutí “de corazón”. Francisco nació en Murcia
pero llegó a esta ciudad para realizar el servicio militar.
“Era el año en que Massiel ganó Eurovisión”, recuerda. Desde
entonces no ha olvidado esta tierra y ha soñado con
regresar, sin tener ocasión para hacerlo. En su vuelta se ha
acercado hasta el Monte Hacho, donde realizó la ‘mili’.
Recuerda “el farolillo rojo que le alumbraba en las noches
de estudio en la litera del cuartel” y “lo extraño que le
resultaba encontrarse a un musulmán”.
De este modo, las Fiestas Patronales sirvieron de punto de
encuentro a ceutíes en la diáspora que hicieron de su pasado
un presente compartido.
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