Hemos cruzado la frontera
francesa, otrora toda una hazaña (hablo de los tiempos
tenebrosos cuando los españolitos tiraban a Perpignan como
la cabra al monte), y no hemos visto atacar a ninguno de los
camiones cargados con cosas de la piel de toro.
Acabamos de entrar en Colliure -Colibre según Antonio
Martínez de Cala y Jarava (1441-1522), más conocido como
Antonio de Nebrija- un pueblo costero que pertenece a la
Catalunya francesa y ubicado al final de la cola de los
Pirineos, Orientales lo llaman los franceses.
Me ha faltado tiempo para visitar al otro Antonio que
descansa su tristeza en el recoleto cementerio del pueblo
junto a otro famoso escritor, Patrick O’Brian, escribo de
Antonio Machado.
Colliure es famoso, por una parte gracias al poeta pero la
realidad es que aquí, antes de Machado, venían famosos
pintores atraídos por el puerto pesquero y el colorido del
paisaje, destacando Matisse y Derain.
A la sombra del castillo, famoso por la “Guerra dels
Segadors”, nos tomamos un baño en las frías aguas del ‘Mare
Nostrum’ y seguimos paseando por la pequeña pero encantadora
playa hasta los pies de “Notre Dame des Anges”.
A la hora de comer decidimos adentrarnos en el “Celler des
Templiers” donde, ¡qué casualidad!, encuentro a un viejo
conocido.
Al café, después de la copiosa comida francesa en la que
destaca “hors d’ouvre”, hablamos de la situación actual de
nuestro país.
Hablamos, ¿cómo no?, del papa Ratzinger y su próxima visita
a Madrid. Me pregunta si estaré en las Jornadas… ¡sí,
hombre! Soy un jovencito a mis años. Le aseguro que no
estaré, ni siquiera seguiré mediáticamente el asunto.
Le sigo diciendo que se han inventado, es un decir, unos
rollos de papel higiénico papales, agregando que no sé qué
pensar de eso.
Blancos y amarillos, la enseña del Papa apostólico, católico
y romano… aunque sea alemán, Es un inmigrante santo.
Me responde que soy muy obsceno. Le digo que es verdad y ya
se puede imaginar limpiándose el culo con papel marca ‘su
santidad’.
Su perplejidad me hace sonreír, como sonreía hace tiempo
cuando algunos de mis conocidos cogían el Citroën y se
metían de lleno en cines franceses tipo ‘mantequilla
marlonbrandiana’.
Le aclaro que es para que sea usado como serpentinas al paso
de Bendito XVI, digo Benedicto, aunque no creo que lo sea
como se usa habitualmente este tipo de papel.
Aunque el fabricante asegure que está dermatológicamente
testado, no me gusta, simplemente, limpiarme con sucedáneos
de hostias dermatológicas.
Tengo una envidia…, sana envidia, de éste papa. Viene con el
paquete de TI (todo incluido) y encima sin soltar un céntimo
de euro. La última vez que hice un TI fue en Tailandia y
buenos euros me costó.
Ya que estamos en la cuestión económica, ¿por qué pasan
estas cosas?
Me refiero a que los ricos no pagan por comer y dormir,
aunque sea presidente de la Santísima y Riquísima República
Vaticana, mientras que en el África, negra y profunda,
millones de niños mueren de hambre… “dejad que se ALEJEN de
mí” sería más adecuado.
Mientras, nuestro país está en la UCI, según palabras de mi
amigo Duran i Lleida, por la situación económica que
atraviesa… ¿Por qué no nos echa una mano, santa por más
señas, el presidente Ratzinger y nos saca de este pozo de la
amargura?
¿Los milagros se hacían solamente en tiempos en que no se
podían sacar testimonios gráficos?, bueno. Al menos podía
pagarse de su bolsillo los viajes y su estancia durante las
JMJ.
Pero no, ahí está Rouco.
En fin. La vida sigue, yo también… mirando al mar en
lontananza y el bolsillo en ‘cercananza’.
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