Y todo lo que pueda escribir ahora puede sobrar. Es duro
enfrentarte a la maldita realidad de informar sobre un
político, empresario, futbolista o simplemente un famosete
de media tarde que sobre todo es tu amigo, con el que has
compartido viajes, chicas, noches de farra y llantos de
madrugada. La vida. Ahora, todos son unos corruptos y sabes
que ya nada de eso volverá a ser lo mismo, que te
atravesaran miradas que antes eran de complicidad, los
abrazos se convierten en cuchillos de indiferencia y si
antes eras un tipo genial ahora es un traidor y un pedazo de
hijo de puta.
Que culpa tiene mi vieja, que te hacia los bocatas de media
tarde, si ahora te convertiste en un delincuente.
El deber como periodista es informar. Informar de todo.
Se que en los tiempos que corren pedir un periodismo libre e
imparcial es imposible, que los periodistas se ven obligados
por sus jefes a desinformar, ocultar datos, nombres...a
tomar parte a sabiendas de que lo que nos están contando es
una gran mentira, una farsa planeada y financiada desde
despachos muy lejanos a la redacción del `periódico y muy
cercanos a ayuntamientos, diputaciones y constructores. y
asi nos va.
No cojan rehenes, no hagan pactos de silencio, saquen a
pasear su perdido orgullo y recuperen el instinto asesino
que todo periodista nunca debió perder.
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