Nos vamos unos días de juerga,
perdón de vacaciones, con toda la familia. ¡Faltaba más!
El recorrido es tranquilo, resulta que la climatología
revuelta anda metida siempre hasta en la sopa, quiero decir
en el gazpacho.
Paramos en un Parador para almorzar mejor que en los bares
de la ciudad. Leo la prensa del día y me entero que Pere
Navarro es un empedernido jugador de ruleta.
Según vaya saliendo el número, que sea rojo, le da por
colocarlo como limitador de velocidades. ¿Es pitorreo o qué?
Ahora resulta que quiere poner la reducción en el límite de
90 km/h a las carreteras nacionales, las populares N-número.
Según aclara son convencionales, las carreteras. Con 100
estaba bien.
Ignoro si tendrá algún pariente o amigo en las empresas de
las pegatinas o de las señales. Estos cambios de límites de
velocidad es la bicoca. Un mina de oro.
Si el cambio es por seguridad, según afirma, puedo
asegurarle que conduzco ahora más atento al cuentakilómetros
y a los radares que lo que pasa fuera y por eso pregunto: si
llevar el móvil colgado de la oreja está sancionado… ¿Tener
la vista fija en el cuentakilómetros, para no sobrepasar la
velocidad correspondiente al tramo, no lo será? Ya me dirá
Vd. Sr. Navarro.
Los conductores que residimos en Catalunya, sobre todo en el
área de Barcelona, somos los que más cambios de velocidad
hemos sufrido.
Estos cambios me producen desconcierto y confusión.
¿Es que no tienen otras cosas más importantes con las que
divertirse en el último tramo de esta legislatura?
Tengo el Mercedes aparcado una eternidad, con sus cientos de
caballos que fácilmente se desbocan, porque se habrían
disparado todos los radares si circulo con él.
Circulo con el Golf asmático que no supera los 110 km/h, no
porque no puede, sino porque no quiere.
A santo de qué se permite homologar coches de gran
cilindrada, con una cuadra entera de puras sangres, si luego
viene el guardia de turno bloc en mano. Bueno, es un decir
porque ahora todo funciona electrónicamente y la multa te la
encuentras cuando menos esperas.
Encima saliendo en la foto. Como las estrellas mediáticas,
pero estrellado.
Bueno, si lo hace por ahorrar combustible, como dijeron el
otro día los del 110 km/h en autopistas, mejor será que
vayamos empujando el coche, con toda la familia dentro, para
ahorrar el combustible.
Cambio de dirección, la de escribir no la del coche, y veo
que las cosas siguen igual que hace años.
En La Coruña vuelven a rescatar a Millán Astray como hijo
predilecto, en referencia a la Memoria Histórica, mientras
que el alcalde de Poyares del Hoyo (Ávila), Antonio Cerro,
destroza una tumba de víctimas del franquismo y retorna los
huesos a la fosa común.
Entretanto la presidenta de la Comunidad de Madrid,
Esperanza Aguirre, llora por que se adelanten las elecciones
generales a septiembre y su compañera de presidencia, ésta
de Castilla-La Mancha, se toma vacaciones en Marbella al mes
de ocupar su cargo, aumentar el sueldo a los jefes de su
gabinete y con todo el lío de la CMM y de la crisis en
medio.
Todo esto me recuerda el ‘Prestige’, cuando Fraga era
presidente de Galicia y se fue de caza.
Los cuatro “hilillos de plástico”, como mencionó Rajoy al
derrame de petróleo, siguen vigentes.
Cuánta risa me produce. Entre pitorreos sobre velocidades,
escamas de gato muerto (no es verdad, los gatos no tienen
escamas pero ya me comprenden), tomarse a la ligera la vida
política española cuando se está en el poder…, ahorita mismo
salgo disparado a 180.
En fin. La vida sigue, yo también, con un ojo mirando el
retrovisor por si se ha disparado el radar.
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