Siguiendo mi habitual costumbre,
como si de una tradición se tratase, me bajo al recinto
ferial para ver el encendido del alumbrado extraordinario
con motivo de las fiestas Patronales.
Allí, aprovecho la ocasión para saludar al delegado del
Gobierno, José Fernández, persona a la que le tengo ley que,
por cierto, hacía tiempo que no le veía. Igual un día de
estos, me bajo a la feria y me tomo una copa con el delegado
del Gobierno, que en eso hemos quedado.
Aprovecho la ocasión para saludar a Adela Nieto, a la que le
tengo un gran afecto desde que era pequeña. Seguidamente
aprovecho esa ocasión que se me presenta, para saludar a
Mabel Deu y a su esposo. A Mabel le tengo ley de la buena.
Siempre ha sido una señora que me ha caído muy bien, no por
el cargo que ostenta que, por cierto, realiza una gran
labor, sino por ella misma como persona.
Saludo a diestro y siniestro. Bueno, como no puedo nunca
faltar a la verdad, no saludé a “diestro”, porque no lo vi.
Las cosas claras, para que no haya confusión alguna.
La feria siempre me trae recuerdos imborrables, y me hace
echar mucho de menos a mi hermano Pepe y a la caseta que
entre nueve amigos, con él la frente, montamos durante nueve
años en el recinto ferial, “Los Abanicos”.
Por esa caseta, donde cada noche teníamos atracciones,
pasaron artistas de la talla de Francisco Palacio “El Pali”,
Los Marismeños, Ecos del Rocío, Los de Sevilla, Los
Maravillas, Los Romeros de la Puebla, la Orquesta de Juan y
Victoria y algunos artistas más que desgraciadamente, en
estos momentos, no recuerdo.
Lo que si recuerdo, que era la única caseta, instalada en el
recinto ferial, que cada noche tenía atracciones. Cosa que
al final de cada feria, a los nueve componentes de la misma
nos costaba dinero. Dinero que poníamos a gusto, porque
nuestra caseta era la prolongación de nuestras casas durante
esos nueve inolvidables días.
Recuerdo una noche en la que se encontraban en la caseta de
“Los Abanicos”, Francisco que había terminado su actuación
acompañado del gran compositor Augusto Alguero. En eso que
apareció la genial bailaora ceutí Carmen Rojas acompañada de
su familia. Los de Sevilla empezaron a cantar, me arranqué
con la poesía “El hijo de la Romea”, y Carmen, sin
pensárselo dos veces, nos obsequió con un extraordinario
baile. Al final Augusto se levantó, dirigiéndose al los
asistentes dijo: “Acaban de presenciar un magnifico
espectáculo que no volverá a repetirse”
El tiempo pasa y la vida sigue su curso adaptándose a los
tiempos que corren por eso dicen, no se la razón, de que
tiempos pasados nunca fueron mejores. Un error, porque en
cuanto a la feria se refiere, las pasadas fueron mejores que
las actuales. No hace falta más que echar una mirada atrás y
recordar aquellas casetas del Revellín, Centro Cultural de
los Ejércitos, U. A. Ceutí e incluso la caseta Municipal,
con las mejores atracciones nacionales e internacionales del
momento.
Esperamos y deseamos que sea una feria para todos y de
todos, en la que sólo reine la alegría y la diversión.
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