Era lo esperado y era lo menos que
podía haber hecho el presidente del Gobierno, para acabar
así con esa pesadilla que han representado los tres años y
medio últimos del Gobierno de Zapatero.
Una etapa que llega a su fin y el presidente del Gobierno,
que parece muy entusiasmado con la memoria histórica, ha
querido que su etapa termine en la misma fecha en la que
terminó el régimen de Franco, en el año 1975, el 20 de
noviembre.
Con esto, posiblemente, se hayan matado dos pájaros de un
tiro, por un lado liquidar una legislatura que lo único que
ha venido aportando han sido problemas, y por otra parte, la
de la coincidencia de fechas para recalcar que dos sistemas,
totalmente opuestos, puedan coincidir en los mismos días del
año, sin que pase absolutamente nada.
No se cumplieron los deseos de Zapatero de terminar y
completar la legislatura, y desde el momento en el que ya no
iba a ser candidato estaba claro que no llegaría hasta el
mes de marzo que es cuando debían terminar los cuatro años
de su legislatura.
Al final, las presiones internas de su propio partido y las
presiones político sociales, así como el problema del paro,
especialmente, es lo que le ha forzado, en contra de su
voluntad, a fijar la fecha del 20 de noviembre, fecha clave,
por haber sido la del final del régimen de Franco y fecha
clave para que pueda llegar a la presidencia del Gobierno
otra persona, no sé si con más talante, pero sí con más
talento y con más posibilidades de hacer las cosas bien, en
vez de estar bajo las riendas de un chapucero, que se
preocupó de lo superfluo, de lo que le dictaba la progresía
barata, pero no estuvo a la altura del un presidente de
Gobierno para solucionar los casos que nos convenían a
todos.
Ahora, hasta que se disuelvan las Cortes allá por el mes de
septiembre, los parlamentarios van a estar yendo, el que
vaya, salvo los días de vacaciones en agosto, pero
conociéndose como se conoce que hay muchos de ellos que ya
no volverán a repetir, ni siquiera como aspirantes a estar
en el Congreso o en el Senado, lo que van a hacer será más
bien poco, con lo que el año, políticamente hablando, va a
ser tremendamente corto y las cosas, muchas, que tengan a
medias, es muy posible que se queden para dormir “el sueño
de los justos”, porque esta legislatura ya no da para más.
Y mientras tanto los programas a escena, el PP habrá
modificado y ampliado el suyo, lo habrán intentado mejorar y
ya ha tenido tiempo para ver donde pueden estar sus
complicaciones y así mejorarlas.
El de Rubalcaba, no me extrañaría que fuera un programa
bueno, pero de papel mojado, porque sus soluciones, sus
alternativas, en especial en lo económico, no deben ser de
gran valor, porque de haberlo sido ya tuvo tiempo de ponerlo
en práctica y no haber dado lugar a llegar a la situación
actual.
El régimen de Franco, un 20 de noviembre, abría las puertas
a algo que nadie sabía como funcionaría. Otro 20 de
noviembre, ahora en 2011, un sistema político trasnochado y
sin fondo, se quedó en la simple charlatanería, y dejará
paso al PP a que arregle todos los desaguisado que van a
dejar los del PSOE en la política de España.
Rubalcaba, con el tirón de orejas que le van a dar en sus
propias carnes, tiene el tirón perdido para las elecciones
del 20 de noviembre, porque su nefasta labor es ya muy
conocida.
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