SAHIDA A.K. 51 AÑOS.
“Estudiar en el “Convoy” era garantía de éxito. Fue una
época muy bonita, llena de gratísimos recuerdos. Para
nosotros, los “Kaddur”, era como encontrarnos en nuestra
propia casa. Junto a mí, estudiaron todos mis hermanos y
algunos primos. Conseguí grandes amistades, que aún
conservo. Nos vemos de vez en cuando. Esos compañeros de
clase hacían posible una buena comunicación, como así mismo,
el recuerdo de un grupo de excelentes maestros.”
“En el apartado de anécdotas o hechos significativos,
recuerdo el que yo denominé “caso de las picotas”. Una
profesora, buena ama de casa, durante el recreo se aproximó
al cercano Mercado y compró unas picotas, que, confiadamente
las dejó sobre su mesa, sin sospechar que algunos alumnos de
la clase se las iban a comer. La verdad, que algunas
dejaron, pero no las suficientes para que ella no lo notara.
Al no salir el autor o autores, la maestra no tuvo más
remedio que imponer una sanción a toda la clase”.
“Transcurridos tantos años sigo pensando que aquello no fue
otra cosa que una travesura infantil. Quiero entender que el
grupo estaba sólidamente unido, porque nadie se atrevió a
delatar al autor o a los autores. La sanción impuesta no
sería grave porque, en el fondo, la maestra reconocería que
el hecho no tenía importancia mayor. Posiblemente, dejarnos
unos días sin recreo”.
ANTONIO JESÚS A.M. 51 AÑOS.
“En mi colegio, “Convoy de la Victoria” se daban todas las
oportunidades para que fuese modélico, en el aspecto de la
convivencia, por la razón de que nos encontrábamos alumnos
cristianos y musulmanes. En general, no teníamos problemas,
quizás porque nuestras procedencias eran casi del mismo
estrato social. En este ambiente realicé mi escolaridad
obligatoria, primero, en aquella antigua enseñanza Primaria
y, después, la E.G.B. Y guardo gratos recuerdos con “el acto
de la Bandera”: subida y bajada con la canción del “Cara al
Sol”. Alumnos y alumnas, firmes. Y el Sr. Ocaña, conserje,
ceremonioso, encargado del acto, que con sumo cuidado
doblaba la bandera para guardarla”.
“En el último curso representamos la obra musical
“Jesucristo Superstar”, que fue un gran éxito.. Montamos el
escenario en uno de los patios del recreo. De todo el
montaje nos encargamos nosotros, donde yo tuve una destacada
participación. Quiero recordar que la finalidad era recaudar
fondos para el viaje de fin de curso”.
“Nos visitó un Campeón Nacional de Ajedrez para realizar una
exhibición con nosotros, a que una de las actividades que se
realizaba en nuestro Centro era el Ajedrez. También
participó un campeón local”.
FRANCISCO JOSÉ H.B. 48 AÑOS.
“Ingresé en el “Convoy” en el curso 73-74, en el 6º curso de
la EGB. Yo procedía del Colegio “Cristo Rey” donde realicé
4º y 5º Curso. Yo nací en esta ciudad. Aunque de familia
humilde, mis padres siempre se preocuparon de nuestra
formación. Soy el cuarto de cinco hermanos. Mis tres
hermanas, que eran las mayores, estudiaban o habían
estudiado en el “Convoy” completando sus estudios primarios.
Este fue el motivo –junto a la proximidad de mi domicilio-
por el que me inscribieron en el mismo”.
“Fui un alumno adelantado, razón por la que tuve que repetir
el 8º curso de la E.G.B. Así que mi estancia en el “Convoy”
fue de cuatro años, obteniendo el Graduado Escolar en el
años 1.977”.
“En nuestro Colegio, el “Convoy”, sólo puedo hablar bien. En
aquellos tiempos donde las familias numerosas, la mayoría de
ellas, no contaban con medios (ni libros, ni cuartos de
estudios, ni tantos recursos a disposición de los niños,
aunque mal utilizados), era fundamental atender en clase
“Aprender en clase” y “enseñar” en clase. A ello se afanaban
con toda ilusión el grupo de profesores que nos atendía, que
se entregaban con toda ilusión. ¡ A todos ellos, mi mayor
gratitud! ¡Y un cariñoso recuerdo al Sr. Ocaña, nuestro
Conserje!”
MARÍA LUISA A.M. 50 AÑOS.
“Yo procedo del C.P. “Convoy de la Victoria”. Un grupo de 8º
de la recién estrenada EGB. También estrenábamos uniforme.
Guardo gratos recuerdos de mis compañeros y de mis
profesores.”
“La síntesis de toda mi escolaridad la voy a resumir en lo
que denominamos “un partido inolvidable”: “Corría el año
1975 y los alumnos y alumnas de 8º de EGB, preparábamos el
viaje de Fin de curso. Entre las muchas actividades,
programamos un partido de fútbol.”
“Se trataba de un encuentro entre las chicas de 8º y los
alumnos de 1º curso. Al profesor promotor de la idea, se le
ocurrió suplir la desventaja en edad de los equipos
contrincantes, con una pequeña modificación “casi
insignificante” de las normas balompédicas: las niñas
iríamos atadas de dos en dos, por un pie”.
“Cuando tocó el silbato para el inicio de partido, saltamos
al terreno de juego. Pero no era los mismo la teoría que la
práctica”.
“El primer problema que surgió fue ver a los pequeños
dominar el balón; el segundo su velocidad. Aquello se
convirtió en un caos. Estuvimos más tiempo en el suelo que
vertical. No recuerdo por cuanto perdimos. Recurrimos a la
frase tan manida y consoladora: lo importante es
participar...”
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