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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 27 DE JULIO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Residencia en Sevilla
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Mirar hacia atrás es un gesto que no conviene repetir con demasiada frecuencia, es incómodo y comporta, por tradición bíblica, convertirse en estatuas de sal. Más o menos como se quedó la mujer de Lot. Aunque a veces es conveniente hacerlo sin nostalgias que nos hagan pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo cual tampoco significa que haya que desechar fórmulas empleadas entonces, que tuvieron éxito y que pueden seguir siendo válidas en la actualidad. Incluso en Ceuta.

La decisión tomada por el presidente de la Asociación Deportiva Ceuta y su junta directiva, acerca de que la plantilla resida en Sevilla, me ha llevado a recrearme en lo que un director de cine de la época bautizó como los “felices sesenta”. Por aquellas calendas, el fútbol concitaba la atención de los españoles y en Madrid se vivía intensamente. En la capital de España, al margen de los equipos madrileños, Madrid, Atlético, Plus Ultra, Rayo Vallecano y otros muchos conjuntos de Tercera División, residían plantillas de equipos pertenecientes a pueblos importantes y capitales de provincias: Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Talavera de la Reina, Guadalajara, etcétera. Plantillas que estaban formadas por futbolistas madrileños que contaban con empleos y con otros que firmaban en los reseñados equipos porque gustaban de vivir en los madriles. Por razones obvias.

Aquellos equipos entrenaban en el Campo del Gas, en el del Moscardó, Boetticher y Navarro, Carabanchel… Con entrenadores de Madrid. Y los domingos se desplazaban a las distintas localidades para jugar. En ocasiones, sobre todo en días festivos, los equipos acudían a los lugares de origen para entrenarse o para jugar partidos amistosos.

Los jugadores de aquellos equipos eran felices. Vivían en sus casas. Acudían a sus empleos y ganaban un sobresueldo. Los había casados, solteros y con novias. Y eran capaces de competir dejándose el alma en cada partido. Yo formé parte, durante cinco temporadas, de equipos que habían adoptado esa forma de actuar. Porque era la única que les permitía su economía. Y, mediante esa fórmula, tuve la suerte de jugar promociones de ascenso a Segunda División A.

Por lo tanto, creo que la decisión tomada por el presidente de la ADC y sus directivos, ha sido tan atinada como necesaria. En principio, porque la subvención obtenida por parte de la Ciudad hacía necesario que quienes rigen los destinos del primer equipo local le dieran vueltas al magín con el fin de poder hacer un equipo capaz de mantener la categoría. Y a fe que la idea de concentrar toda la plantilla en Sevilla ha sido un acierto indiscutible en lo económico. Pero, al margen de lo económico, conviene recordar que la residencia de la plantilla en Sevilla beneficiará en otros aspectos. Los voy a enumerar: los jugadores no tendrán que separarse de sus compañeras ni de sus hijos. En Sevilla, al ser poco conocidos, los futbolistas no tendrán que hacer frente al acoso de las hinchas. No podrán alegar que la estancia en Ceuta les produce claustrofobia. Ni serán tachados de frecuentar la noche. Y tampoco vivirán pendientes de coger el barco durante el día que les corresponde descansar. Presidente y directiva han acertado plenamente al tomar semejante decisión. O sea, se han apuntado el primer éxito de una temporada crucial en la vida de la ADC.
 

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