Para las mafias que operan en Marruecos la entrada de
inmigrantes a Ceuta es una cuestión que tiene que ver
principalmente con el mar. Las acciones se llevan a cabo
desde la zona de Beliones o desde la frontera del Tarajal.
En lo que va de mes 273 inmigrantes han llegado a la ciudad
autónoma. En lo que va de año la cifra asciende a 651. Pero
la seguridad de los que se lanzan al agua depende de la
rapidez con la que sean detectados por las fuerzas de
seguridad españolas. Flotadores de neumáticos cuyo tapón de
plástico es lo único que contiene el aire del interior.
Remos de diseño inútil y rotura fácil en balsas hinchables
sobrecargadas.
Un estudio detallado de parte del material con el que los
inmigrantes han llegado a Ceuta por mar en los últimos
meses, tanto a través de la frontera del Tarajal como desde
la zona de Beliones pone en evidencia el alto riesgo que
padecen aquellos que se lanzan al mar con los materiales que
les han suministrado las mafias que actúan desde Marruecos.
En el caso de aquellos que se lanzan a nado con flotadores
por la frontera con la intención de llegar a la zona
española, EL PUEBLO ha podido comprobar en todos los casos
que ha inspeccionado que ninguno de los “flotadores” tenía
la válvula de inflado en condiciones. Es más, una vez
inflada la cámara de neumático que el inmigrante utilizaba
como salvavidas el aire sólo era retenido por el propio
tapón de plástico al faltar parte del mecanismo de retención
de la válvula original. Muchos inmigrantes han llegado a
fijar el tapón con cinta aislante para su mayor seguridad.
En otros casos se han detectado deficiencias graves en las
gomas, como grietas o parches que en un caso era sujetado
por otro parche puesto encima. Pero la inseguridad no
afectaba a los que se lanzaban al agua con la intención de
buscar su entrada en España a nado sino también en aquellos
que los hacían en balsas de plástico. En ningún caso los
requisitos de seguridad y de uso aconsejaban tanto el
sobrepeso en las mismas, superior en algunos casos hasta en
un 60% al máximo recomendable, sino en la presión adecuada
de inflado.
En cuanto a las palas utilizadas, este medio ha detectado el
uso de ocho modelos diferentes de las mismas en los tres
últimos meses. Ninguna de las palas de madera permitía ser
enganchada a la neumática al no entrar la misma por el
correspondiente orificio de sujección. Varias de ellas se
han recogido rotas tanto por el mango como por las palas.
Uno de los modelos tenía un diseño tan absurdo que el propio
remo terminaba en punta sin tener, por tanto ninguna
utilidad.
Destaca por otro lado que la mayoría de estos elementos que
se pretende sirvan como remos han sido construidos con
grandes máquinas, presumiblemente en talleres de carpintería
de Marruecos.
Respecto a los chalecos salvavidas que utilizaron algunos
inmigrantes, se ha visto que en el caso de uno de ellos se
había pintado de negro, presumiblemente para ser
indetectable en el agua, lo que sería un factor de riesgo
gravísimo en el caso de que su portador necesitase ayuda.
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Hay muchos que no saben nadar ni han visto el mar
Remos rotos por su mango o por la
pala unido a diseños de dudosa eficacia en la mayoría de los
casos hacen que los inmigrantes que se suben a una balsa
queden a merced de las corrientes sin la mínima capacidad de
reacción incluso en buenas condiciones de mar. Lanchas con
capacidad de carga de 340 kg y una recomendación de no ser
utilizadas por más de cuatro personas son utilizadas por
siete. Presiones de inflado recomendables de 0.035 bar (0,5
psi) se hacen sin control alguno. Las palas son construidas
en talleres de carpintería sin ningún control de
resistencia. Algunos modelos son perfilados con listones de
tarima de apenas un centímetro y sin ninguna posiblidad de
remar mas allá de unos minutos.
Gomas de neumáticos con graves deficiencias que en muchos
casos es el propio nadador quien las trata de corregir de
forma burda. Varios nadadores han sido recogidos del agua
con los flotadores sin apenas aire. Elementos altamente
inseguros para una travesía por mar de mucha gente que ni
sabe nadar ni ha visto el mar. Todo apunta a que las mafias
son conscientes de que la seguridad de aquellos que dejan en
el agua depende del tiempo en el que sean recogidos.
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