La presión de inmigrantes buscando la oportunidad de colarse
en los bajos de un camión aumenta para los transportistas
ceutíes. Los subsharianos merodean sus almacenes, el puerto
y las gasolineras esperando un descuido para colocarse entre
los ejes de los remolques. Para instalarse destrozan los
manguitos de los circuitos de aire o incluso frenos y los
empresarios deben hacer frente a las reparaciones. No es su
mayor problema, ya que temen no advertir la presencia de un
inmigrante y que este, como ya ha sucedido, caiga al suelo y
sea arrollado. Para solucionar esta situación, piden ayuda a
la Delegación del Gobierno.
Cada día los transportistas ceutíes sacan a dos o tres
personas, de origen subsahariano, de debajo de sus camiones.
Los inmigrantes han encontrado en las entrañas de los
tráileres y los autobuses su única vía de escape hacia la
península y de forma constante buscan la oportunidad para
colarse entre los ejes de estos vehículos. Desde la
Asociación de Transportistas de Ceuta, su presidente, Pedro
Villarrubia, cuenta que desde hace siete u ocho meses, “la
presión viene siendo más fuerte”. “Antes se metía alguno de
forma esporádica, pero ahora sucede a todas horas”, señala.
Esta situación se ha convertido en su “mayor problema” y
ahora, además, se le unen las constantes llegadas a Ceuta de
inmigrantes, que se registran casi a diario desde que
comenzó el mes de julio.
Alrededor de todos los almacenes que están en las
inmediaciones del puerto, a lo largo de la Avenida Juan de
Borbón, en las gasolineras y dentro del mismo recinto
portuario, “es habitual encontrarse a inmigrantes en busca
de una oportunidad para meterse bajo los camiones”, cuenta
Villarrubia y añade: “donde ven movimiento, allí van”. No
importa la hora del día que sea, y la gente que transite por
la calle, “ellos se meten y les da igual”. Cualquiera puede
descubrirles acomodándose en los bajos de un camión si
espera. El mismo presidente de los transportistas, y dueño
de Transportes Nieves, narra como ve a través de las cámaras
de seguridad de su almacén a los subsharianos, muchos de
ellos residentes del Centro de Estancia Temporal de
Inmigrantes (CETI), meterse en sus camiones.
Dirigidos por un cabecilla
Los inmigrantes van preparados para el ‘abordaje’ de los
tráileres. “En la zona del puerto pasean con sus bolsas,
donde llevan un mono para no ensuciarse la ropa cuando
intentan esconderse en los bajos de los camiones”, explica
Villarrubia. Además, están controlados, “alguien de ellos
los tiene bien organizados”, asegura el presidente de los
transportistas que aclara: “Se ve que va un cabecilla al que
siguen seis o siete y él dicta dónde se tienen que meter y
cómo lo tienen que hacer”. “Nunca viene uno solo y se mete,
siempre van en grupo”, puntualiza. Después, se introducen en
los bajos de los camiones, donde algunos incluso “llegan a
preparar un somier de madera, con palés, dentro de los ejes
para poder viajar más cómodos”, según cuenta este
transportista.
Al introducirse entre los ejes de un tráiler, “rompen con
las piernas los tubos de los manguitos del aire
acondicionado, del circuito de frenos o del circuito
hidráulico de las bateas”, narra Villarrubia que explica los
problemas que esto acarrea a los transportistas. Los
empresarios se ven obligados a costear constantes
reparaciones de las roturas que provocan los inmigrantes en
los sistemas de transmisión de los camiones. Además, otra de
sus preocupaciones es la posibilidad de que uno de los
subsaharianos que se cuele no sea advertido, logre viajar,
se caiga mientras el camión esté en marcha y pueda ser
arrollado, según explica el propietario de Transportes
Nieves: “Entonces es cuando se nos pueden venir los
problemas encima”.
Encontrar una solución a este problema es ahora mismo
“prioritario” para los transportistas. “Hasta el momento
nadie está haciendo nada”, denuncia Villarrubia que añade:
”Nos dijeron que estaban en manos de la Delegación del
Gobierno, desde donde ya estaban intentando tomar medidas”.
Sin embargo, este empresario asegura que no se está haciendo
nada. Y es que, aunque desde delegación dijeron que iban a
“tomar medidas” nada se sabe de cuáles serán estas
actuaciones.
Aumentar la vigilancia
Para Villarrubia, una de estas posibles soluciones sería una
“mayor vigilancia”. “Ahora si hay vigilancia, pero una
patrulla pasa cada hora y media o dos horas, los inmigrantes
la ven, se esconden y vuelven a salir. No sirve de nada”,
explica el empresario.
Cuando son descubiertos, los transportistas les sacan y
ellos “se echan a reir, se van y a la media hora volvemos a
verlos”, explica Villarrubia, que aclara que para
controlarlos cuentan con el apoyo de la Guardía Civil y
Aduanas, que vigilan constantemente los bajos de los
camiones.
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