Quedo realmente muy consternado,
dolorido y triste por el terrible atentado doble en Noruega.
El ataque a tiros contra un campamento de jóvenes
laboristas, en la isla de Utoya, solo puede ser obra de un
demente y como consecuencia de su acción murieron 84
personas.
Estas 84 personas eran jóvenes. Jóvenes con ganas de vivir.
Si a esto sumamos las siete víctimas del atentado con bombas
en el centro de la capital nórdica, ya vemos que la cosa es
esquizofrénica y paranoica.
La nación cuyo Parlamento decide la concesión del Nobel de
la Paz (único premio que se otorga fuera de Suecia), ha
sufrido en sus propias carnes el peor atentado de su larga
historia.
Aunque digan que han detenido al presunto autor, un joven
catalogado de ‘islamófobo’ y cercano a la extrema derecha,
de estos dos atentados me resulta difícil tragarme esto.
Ignoro si son por razones éticas para evitar toda
comparación con racismo o xenofobia, pero creo que hay algo
más, mucho más, sobre la autoría de esos atentados.
La precipitación en dar noticias de detenciones siempre
produce el efecto contrario. Nada se puede asegurar, como es
el caso del joven detenido, Anders Behring Beivik (32),
hasta no haber reunido todas las pruebas que avalen
cualquier acusación.
Esto pasa cuando después, la propia policía que anunció la
detención del supuesto autor, se anuncia que puede haber
otro cómplice.
Muy raro me parece que el grupo yihadista Ansar-al-Alami
reclame la autoría de los atentados y luego se retracte y,
al mismo tiempo, la policía noruega asegure que los
atentados no tienen ninguna atribución al terrorismo
internacional.
En fin, que estos atentados, al igual que otros muchos
ocurridos, son actos de extrema cobardía.
Transmitimos las condolencias, mías y en nombre de los
lectores de este diario si me lo permiten, a todo el pueblo
noruego y nos sentirnos muy consternados por los actos de
terror y barbarie cometidos en su país.
Solo preguntaré a los terroristas, a los que mandan hacer
atentados, a los que ordenan matar indiscriminadamente… ¿qué
pensáis ganar con eso? Solo la condena y la repulsa más
completa y unánime de todos.
Para todos los terroristas, sean de donde sean, representen
a quién representen, CERO PERDÓN. TOLERANCIA CERO.
No tengo más palabras con las que proseguir este artículo.
El solo hecho de estos atentados y el recuerdo de otros
muchos sufridos por nuestro país, no deja lugar más que
acumular tristeza y odio al mismo tiempo.
En fin. La vida sigue, menos para esos 91 muertos, que
descansen en paz en el país de la Paz hoy sacudido en sus
cimientos.
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