Los hay que se acercan a mí, a
buenas horas mangas verdes, a decirme la mucha razón que
tengo por mi insistencia en escribir acerca de que la
Federación de Fútbol de Ceuta es un organismo viciado en
muchos sentidos y cuyos libros de contabilidad más que un
rayo de luz necesitan la influencia de los focos del Murube
para que cualquier auditor pueda abrirse paso entre tanta
oscuridad.
Los que se acercan a mí, y otros por el estilo, son los
mismos que hace años me acusaban de tenerla tomada con un
hombre bueno. Un hombre que parecía no haber roto un plato
en su vida. Aparentemente inofensivo, cuya ira yo sufrí en
mis carnes por el mero hecho de que mi carácter lo ponía
frenético. Lo sacaba de quicio. Un hombre que buscaba
refugio en el periódico añejo con el fin de que no le dieran
la caña que ese mismo periódico, editado en Melilla, le daba
a los directivos de aquella Federación.
Pues bien, Antonio García Gaona sustituyó a la
persona a la que me refiero. Y en cuanto tomó posesión de su
cargo, allá en diciembre de 2009, le dije lo mucho que le
urgía poner orden en la Federación y en todos los organismos
anejos a ella (cualquiera que quiera comprobar lo que digo,
no tiene más que entrar en la hemeroteca de nuestro
periódico digital y darle a ver artículos anteriores). Pero
se ha venido haciendo el sueco.
Aun así, Antonio García Gaona ha seguido contando con el
respaldo del ya citado periódico añejo. Se nota que le
dejaron bien recomendado o quizá se deba a que, al igual que
Aróstegui, se suele entender muy bien con el editor
de un medio cuya orden en Melilla, como ya he dicho
anteriormente, es brear de lo lindo a los dirigentes de la
FFM.
De García Gaona, cuando ha sido criticado por algo, se ha
dicho rápidamente lo que se decía de aquel otro hombre
tenido por bueno, uno de esos hombres que nunca habían roto
un plato: “Por García Gaona meto yo las manos en el fuego”.
Mucho me temo que quienes se han expresado así tengan que
buscar en el hospital la unidad de cuidados intensivos para
quemados. Más pronto que tarde.
García Gaona, el lunes pasado, se nota que Antonio solamente
coincide conmigo los lunes, se acercó a una mesa a la que yo
estaba sentado compartiendo charla y cerveza con personas
allegadas a mí, y observé que tenía el gesto demudado.
Incluso llegó a negarme que el lunes anterior, me hubiera
dicho, a la altura de la iglesia de San Francisco, que
nuestro periódico había hecho terrorismo durante aquel fin
de semana.
Los nervios del presidente de la FFCE son entendibles. Más
que entendibles. Porque las denuncias hechas por Hamido
Abselam Mehdi son muy graves. Por más que algunas
autoridades hayan salido quitándole importancia al asunto de
la corrupción arbitral, pecando de una imprudencia ilógica
en quienes han de dar ejemplo de honradez hasta en las
opiniones.
García Gaona debería afrontar el problema de la corrupción
arbitral y, de paso ya, airear las cuentas de la Federación.
Cuanto antes. Porque, aunque él no lo crea, juega con fuego
al estar convencido de que todo quedará en nada gracias al
manto protector del periódico añejo y de lo bien mirado que
está por las autoridades locales. Y no será así –quien avisa
no es traidor-. Pues día llegará que, ante tantas denuncias,
AGG sea abandonado a su suerte.
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