El 21 de julio se cumplen noventa años de un desastre
militar que se llevo por delante a mas de 20.000 soldados
españoles.
Un desastre del que la historia de España pasa de puntillas,
asentado en un complejo colonial inexplicable. Fue una
guerra cruel contra un enemigo duro, fiero, rebelde, que
conocía el terreno como la palma de su mano. Una guerra en
la que España se impuso después de muchos sacrificios,
sometiendo a todas las kabilas del Rif, de Gomara y de
Yebala. Pero aunque solo fuese por honrar a los miles de
españoles que murieron en una guerra que no comprendían, la
historia debería recordarlos como corresponde.
Desde el mismo momento en que el comandante general de
Melilla, don Manuel Fernández Silvestre trazo con su estado
mayor la estrategia del despliegue de las tropas españolas
en la línea defensiva desde Melilla hasta Annual, con el
objetivo de avanzar hasta Alhucemas, la suerte en contra de
los españoles estaba echada.
Cruzar el río Kert, la línea roja trazada por Mohen Abdel-Krin
El Khatabi, fue una temeridad. Ya lo había proclamado el
jefe rifeño a los cuatro vientos :” Si a los españoles se
les ocurre cruzar el Kert, sus agua se teñirán con el rojo
de su sangre.” Pero el impetuoso y temerario general
Fernández Silvestre lo menosprecio, infravalorando la
capacidad de liderazgo del Khatabi.
Curiosamente la epopeya del desastre se la ha llevado la
posición de Annual, donde Fernández Silvestre murió, tanto
es así que la historia lo recoge como el desastre de Annual.
Encubriendo otros acontecimientos de una debacle superior
como la rendición de Monte Arruit. Y es que las posiciones
estratégicas emplazadas por el estado mayor en terrenos
inadecuados por la falta de agua, batidas por los flancos,
mal pertrechadas, y cubiertas por pequeños blocaos de madera
y alambradas, cayeron después de la toma de Abarran, como
fichas de domino.
Igueriben, fue la siguiente posición que sufrió el asedio,
que comenzó el domingo 17 de julio y termino el jueves 21. “
Nos quedan solo doce balas de cañón, al escuchar el
duodécimo cañonazo, tirar sobre nosotros porque estaremos
revueltos con los moros.” Fue el ultimo mensaje enviado
através del heliógrafo por el comandante de infantería don
Julio Benítez. Era el jefe de la posición y murió
heroicamente junto a 354 soldados españoles.
Lo que vino después fue un cúmulo de despropósitos, de falta
de organización y de disciplina, de los propios mandos, que
al grito de “sálvese quien pueda” iniciaron desde Annual una
retirada desastrosa. Hubo excepciones, como el escuadrón de
caballería del regimiento de Alcántara, que agotado y
diezmado dio su ultima carga de sable en Igan al paso de sus
caballos. El capitán de ingenieros Félix Luis Arenas que
aguanto a la harka que hostigaba la retaguardia de los que
huían hacia Monte Arruit hasta recibir un tiro en la cabeza.
Y el capitán Carrasco con el teniente Fernández, que
defendieron Zeluan, y tras ser apresados fueron quemados
vivos.
Y sobre todos, los jóvenes soldados españoles, reclutados de
las clases mas bajas, la mayoría analfabetos, que
desconocían la existencia de Marruecos y se preguntaban que
hacían ellos en aquella guerra.
Tal vez la historia española les deba una explicación y sepa
algún dia cancelar su deuda.
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