Leer los periódicos de tirada
nacional y los locales, en este caso de Ceuta, me lleva su
tiempo. Enfrascado en tal menester, cuando quiero darme
cuenta son las doce de la mañana. De modo que calculo que
invierto tres horas, minutos arriba o abajo, en cumplir con
semejante ejercicio diario. Ya que suelo leer informaciones,
editoriales, opiniones, ensayos, alguna entrevista
interesante y, por si fuera poco, ahora también accedo a los
relatos veraniegos. Que me encantan, dicho sea de paso.
Es jueves -cuando escribo- y lo primero que he leído es todo
lo concerniente a la dimisión de Francisco Camps como
Presidente de la Generalidad y presidente del partido. Y
mientras para algunos columnistas el político del PP seguía
siendo el muy honorable Camps para otros era ya un señor que
de haberse declarado culpable en la sede del tribunal, tal y
como querían en la calle Génova, a estas alturas se le
habría tachado ya de haber quedado peor que Cagancho
en Almagro.
Y perdonen que recurra a la manida frase hecha con el fin de
abreviar en un asunto que me permite sacar a colación lo
siguiente: ¿Quién es el más sabio de los hombres?, le
preguntaron a Voltaire, maestro en la lucha contra el
fanatismo y la intolerancia, al poco de su ingreso en la
Academia. Aquel-respondió- quien tarde menos tiempos en
rectificar sus errores.
Visto lo visto, a Francisco Camps, un señorito valenciano,
cursi donde los haya, no se le puede negar su habilidad para
conseguir mayorías absolutas en las urnas, pero tampoco
sería descabellado pensar de él que el tiempo que ha tardado
en reaccionar se debe a que tiene la sesera de un mosquito.
Lo cual nos indica que el pueblo, considerado sabio, se
equivoca a veces, tantas o más que una señora mayor haciendo
punto.
A partir de ahora, ya verán ustedes como los populares, en
vez de criticar abiertamente la torpeza de quien hasta hace
dos días era un valor seguro del partido por ganar
elecciones como si tal cosa, o sea, con una facilidad
pasmosa, lo primero que harán es convertirlo en un mártir y,
a renglón seguido, arremeterán contra Rubalcaba. En
fin, que los políticos tienen que darse cuenta de que lo
mismo se es presunto corrupto por meter la mano en una caja
donde se hayan depositado cien mil euros que en la que haya
un millón.
En lo tocante a la prensa local, menos mal que llevamos ya
una semana sin hablar de los problemas de las navieras. Del
pésimo comportamiento que tienen con los usuarios.
Recurriendo a las autoridades para que éstas pongan pies en
pared ante los abusos que vienen cometiendo las compañías. Y
a mí, cada vez que eso ocurre, me da la risa. Puesto que me
sé de memoria cómo los navieros, o bien los testaferros que
dan la cara, llevan ya mucho tiempo tratando muy bien a
ciertas autoridades. Un día, si lo creo oportuno, contaré
una historia al respecto. La que me hizo no perder más el
tiempo escribiendo de los abusos de las compañías navieras.
Del problema de los barcos hemos pasado, nuevamente, al de
los inmigrantes. Y no hay días en los que no tengamos
inmigrantes hasta en la sopa. Y todo el mundo sabe del
asunto y emite sus opiniones. Como debe ser. Faltaría más.
Eso sí: llegará el momento en el que dejen de venir
inmigrantes y haya que inventarlos para que se siga
escribiendo sobre ellos. Es la fuerza de la costumbre.
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