Adolfo Ramos hizo historia en el toreo de la vieja Rusadir.
El domingo 17 de julio y en el coso de la calle de Alcalá,
el melillense hacía su presentación ante la afición venteña,
dentro del ciclo de novilladas nocturnas organizadas por la
empresa Taurodelta. Ni que decir tiene la importancia del
paseíllo. Madrid da y quita. Madrid te puede llevar a lo más
alto del escalafón, a ser figura del toreo o por el
contrario, ‘quitarte’ todas las ilusiones de un plumazo a
los que cada tarde se enfundan el traje de luces.
Para Adolfo era el día más esperado y también para muchos
melillenses que no se quisieron perder la gran cita. La
tensión se palpaba, el grado de responsabilidad de los
diestros era extremo, había que estar a la altura de las
circunstancias y lo mejor de la tarde para Adolfo es que
Madrid le respetó.
Ya por la mañana y en el apartado de las reses de Javier
Molina que se lidiarían por la tarde, la expectación -a
pesar de ser el mes de julio y una novillada con picadores-
era de enmarcar. Colas de aficionados con un sol de justicia
para presencias los utreros sevillanos, profesionales del
toro, apoderados, ganaderos, banderilleros… en definitiva,
auténtica expectación y es que estábamos en Madrid.
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