Hace mucho tiempo, un montón de
años, que decidí no asistir a las sesiones plenarias. Bien
es cierto que no ha mucho, más o menos un año y medio,
estuve en una donde no tuve ningún inconveniente en destacar
la actuación de Mohamed Alí. Cuando aún no había sido
ganado para la causa de un tipo que ha sufrido tanto para
volver a ser concejal como para hacerse viejo. Viejo de
verdad. Porque solamente a un viejo, como a Juan Luis
Aróstegui, se le seguiría ocurriendo tenerle la fobia
que le tiene este periódico.
La vejez de Juan Luis Aróstegui es un asunto que le debería
preocupar mucho. Puesto que semejante vejez prematura,
debido al odio que atesora contra ‘El Pueblo de Ceuta’,
puede que le esté privando de comportarse como debe en el
tálamo nupcial. Y es que hay hombres cuyas obsesiones
consiguen distraerle de los compromisos contraídos. Y no me
vengan ahora a decirme que lo escrito es un atentado contra
la vida íntima de un tío que no cesa de propalar que todos
los que escribimos en este periódico somos unos vendidos y
otras lindezas por el estilo.
Juan Luis Aróstegui ha vuelto a despotricar contra este
periódico. Ha vuelto a calificarlo de panfleto, olvidándose
de que él escribe en un periódico añejó donde su editor se
lleva la mayor tajada de la publicidad institucional. Un
editor que nunca se cortó lo más mínimo en airear que sus
negocios con el secretario general de CCOO fueron siempre
redondos. Vamos, tan sustanciosos que él anhelaba en todo
momento que Aróstegui volviera a ser concejal. Con el fin de
volver a las andadas: o sea, a obtener muchos beneficios de
la amistad que ambos se profesan.
Hablar de Aróstegui, aunque ustedes no lo crean, me
desagrada. Me agota. Me hace sentirme mal. En puridad: es un
sujeto del cual escribir me causa una gran insatisfacción.
Ya que no deja de ser una persona desabrida y cuyas
aspiraciones son, sin duda alguna, las de convertirse en
jefe de tribu y poblado con el fin de empequeñecer aún más
el territorio donde vive.
Juan Luis Aróstegui, tras haber sufrido lo indecible para
volver a ser concejal, tal es así que se le han echado los
años encima, está dispuesto a no perder la oportunidad que
se le ha presentado, uniéndose a Mohamed Alí para romper la
armonía de la ciudad. Para cizañar entre comunidades. Sin
importarle los medios que deba usar para conseguir un logro
que lleva metido entre ceja y ceja desde hace muchísimos
años. Desde que tuvo uso de razón. Porque es la única manera
que tiene para verse realizado.
No obstante, conviene decir que la forma de ser de Aróstegui,
es decir, su comportamiento dispuesto siempre a atentar
contra la convivencia de esta tierra, está siendo alentada
por el egoísmo de ciertos empresarios a los que les conviene
que el sujeto, Aróstegui, esté en todo momento dispuesto a
procurar que los miembros del Gobierno se sientan
intranquilos. Nerviosos. Y no dejen de dar muestras de
debilidad. Que es lo que viene ocurriendo ya. Y el fútbol ha
sido el mejor ejemplo que hemos tenido. Y no será el último.
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