Los inicios de este año 2011 quedaron marcados por las
revueltas en varios países árabes que han tenido como
consecuencia el éxodo de muchos de sus habitantes hacia
Europa. En los últimos meses, la prensa se ha hecho eco de
la llegada masiva de inmigrantes de Túnez y Libia hacia
Lampedusa a bordo de grandes embarcaciones. Pero la isla
italiana no es la única válvula de escape en la que han
puesto el punto de mira los tunecinos y libios que quieren
abandonar sus países en busca de estabilidad. Melilla
también se ha convertido en un destino propicio desde el que
entrar a Europa.
Tradicionalmente, Melilla ha sido destino de tres flujos
migratorios diferentes. El más activo últimamente es el que
proviene del África Subsahariana, pero tampoco cesan los que
tienen su origen en extremo Oriente y el Magreb. Éste último
flujo ha estado protagonizado básicamente por inmigrantes de
Marruecos y Argelia, pero desde hace varias semanas, la
Guardia Civil ha detectado que se han sumado algunos de los
países árabes que han vivido muy de cerca las revueltas
populares desde principios de año.
Libios y tunecinos han puesto a Melilla en su punto de mira
como manera de saltar a Europa, el gran objetivo a alcanzar
por todos los inmigrantes que llegan hasta nuestra ciudad.
Según informó la Guardia Civil en una reciente charla a
universitarios alemanes, en la que también estuvo presente
MELILLA HOY, en las últimas semanas se ha detectado la
presencia de inmigrantes tunecinos como consecuencia de las
revueltas en ese país.
Todavía no ha ocurrido lo mismo con originarios de Libia,
pero el Instituto Armado no descarta que también puedan
empezar a verse al otro lado de la valla tarde o temprano en
su intento de llegar a Europa desde Melilla. Para ellos,
nuestra ciudad es una posible alternativa a rutas tan
explotadas como la de la isla italiana de Lampedusa, adonde
llegan desde hace meses barcos llenos de inmigrantes.
Según han informado a este Diario fuentes de la Delegación
del Gobierno, el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes
(CETI) acoge desde el pasado mes de junio a una decena de
personas de Túnez, que salieron hace meses de ese país como
consecuencia de la revuelta que derrocó del poder a Ben Ali,
y que contagió después a Egipto y otros países del mundo
árabe en cadena.
El atractivo que tiene Melilla para los tunecinos y libios
es el mismo que para el resto de inmigrantes, subsaharianos,
asiáticos o magrebíes: su ubicación geográfica estratégica
en el Norte de África y su escasa extensión de terreno, que
hace necesaria la evacuación de los extranjeros que acceden
de forma irregular. El trasiego de los pasos fronterizos,
donde se contabilizan cada día 35.000 personas y 6.000
vehículos, la inmediatez de las costas marroquíes, la
facilidad de las redes de tráfico de los inmigrantes y el
alojamiento en el CETI son otros de los factores que hacen
que Melilla sea para los inmigrantes el ‘puente’ perfecto
hacia Europa, su “paraíso soñado”, según uno de los mandos
de la Comandancia de la Guardia Civil.
En su conferencia, la Guardia Civil explicó que los flujos
migratorios, sobre todo los que parten del centro de África
hacia la frontera entre Marruecos y Argelia, están en manos
de las mafias internacionales, que pueden llegar a cobrar
unos 2.500 euros por cada persona que logran introducir en
Melilla. “Eso es mucho dinero para los inmigrantes, y por
eso muchos de los que llegan a Europa siguen después
rindiendo tributo a las mafias trabajando en la agricultura
o la prostitución en el caso de las mujeres”, explicó la
Guardia Civil, que también ha detectado una “petición a la
carta” desde Europa en cuanto a las féminas para explotarlas
sexualmente a su llegada.
El flujo migratorio que viene del África Subsahariana es la
ruta Sur-Norte, que sortea el desierto y se concentra en la
ciudad de Maghnia, situada al Oeste de Argelia, muy cerca de
la frontera con Marruecos. Esta ciudad, según la Guardia
Civil, es el punto de partida hacia Oujda, uno de los
desplazamientos más peligrosos para los inmigrantes y que
tiene que sortear la frontera entre Marruecos y Argelia, que
lleva 27 años cerrada “y sin visos de que vaya a abrirse
próximamente”. El objetivo de los que intentan correr esa
aventura es llegar a Melilla o Ceuta. Otros optan por salir
directamente en barcos pequeños hacia Europa desde allí
mismo.
Saltos a la valla
En su conferencia, el Instituto Armado situó la crisis de
las vallas, en octubre de 2005, como un punto de inflexión
en la presión migratoria que sufre Melilla. A partir de
aquel momento, en que miles de subsaharianos lograron pisar
suelo español saltando la valla, el Gobierno instaló un
nuevo mecanismo antiavalancha basado en el recrecimiento del
perímetro fronterizo de tres a seis metros, y la
implantación de la sirga tridimensional, formado por un
entramado de cables de acero que se tensan cuando alguien
intenta atravesarlo. “Esto es lo que nos da tiempo para
reaccionar”, explicó uno de los mandos de la Guardia Civil,
que destacó que la colaboración de las autoridades
marroquíes en la contención de inmigrantes “es esencial”
para evitar intentos de entrada multitudinarios.
Desde que se instaló la valla hace casi seis años, los
intentos que se han producido han sido “muy puntuales”, tal
y como apuntó la Guardia Civil, que insistió en que la
situación desde entonces hasta ahora es “completamente
distinta”. “Lo siguen intentando, pero de forma muy puntual
e individual”, admitió uno de los responsables de este
cuerpo de seguridad.
Los subsaharianos son los más asiduos a este sistema de
entrada. Los marroquíes recurren más a la documentación
falsa, mientras que los asiáticos intentan entrar a través
de las mafias escondidos en dobles fondos.
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