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OPINIÓN - DOMINGO, 17 DE JULIO DE 2011

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Cuando yo iba al colegio... (IV)
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

ABSELAM M.B. 49 años: Toda mi escolaridad obligatoria la realicé en el “Convoy”. Nuestro Colegio, en mis tiempos, era un Centro donde todavía se respetaba a los profesores y se respiraba un clima de sana convivencia. En las clases de Religión, cuando no se había establecido la clase de Ética, todos mis compañeros musulmanes y yo, permanecíamos en el aula.

Con el profesor, gran dibujante y amante del ajedrez, mantuve una estrecha relación. De hecho, me hizo una caricatura, la cual conservo. Y, además, nos iniciaba en el ajedrez.

En el Colegio, también había tiempo para “ligar”. Una compañera de clase me “tiró los tejos” y, cuando todo marchaba bien, la intervención del padre, al que no le agradaba mi confesionalidad religiosa, lo rompió.

El profesor de Ciencias no fue justo. En un examen obtuve un siete y me quitó dos puntos. La representación del mismo no había sido correcta. Yo me enfurecí y, apretando el folio entre mis manos, lo arrugué. El profesor, recogiendo el folio arrugado y, dirigiéndose a mí y al “auditorio” exclamó: ¡Es lo que hubiese hecho conmigo! Y me aplicó una sanción: cada día, dos horas con la Sra. Directora. Pero fueron pocos días.

JUAN GABRIEL S.S. 48 años: Yo fui un alumno afortunado. Desde mis estudios de Parvulario hasta conseguir el Graduado, me rodeé de buenos compañeros y excelentes maestros.

Uno de ellos, en mis primeros cursos de Primaria, sometía al grupo a una gran actividad. Nos hacía preguntas, que de inmediato calificaba y, al final, las puntuaciones se recogían en un mural, donde estábamos continuamente cambiando de posiciones. Tenía algo de “parapsicólogo”, y nunca entendíamos por qué extendía sobre la cara de un compañero el “polvo” del Cola-Cao.

Llamaba la atención la dedicación de un maestro para promocionar el Deporte, en especial el fútbol. Organizaba el Campeonato de Futbito, hasta que apareció el especialista de Educación Física, que nos inició en otras modalidades deportivas, en especial el Voleibol, y, al tener que federarnos, nos hicieron el DNI.

Recuerdo mi repetición de 6º curso. Yo iba un año adelantado y decidieron que fuese ese curso, y no el 8º, que, a mi juicio, era el más aconsejable. Quizás porque nos salía más económico, ya que nos valía para mi hermano que también repetía 6º curso. En el fondo, mi familia también lo aceptó así, ahorrándose otro lote de libros.

Mª JOAQUINA S.N. 48 años: Yo procedía de la “Academia de D. José”, donde realicé el 1º curso de Primaria. Me sentí muy respaldada porque mi madre era Maestra de este Colegio. Después pasé al “Convoy” hasta terminar mis estudios de la EGB. Conseguí el Graduado Escolar.

En mi nuevo Centro siempre encontré un ambiente muy favorable, donde daba la impresión que, en cada curso formábamos una gran familia. Bastaba una educación en valores tradicionales.

Como curiosidades, recuerdo, en primer lugar, que “desde los Albergues” nos llegaba con toda claridad la novela radiofónica “Lucecita”. Una novela que tenía muchos seguidores, a los que se unían, involuntariamente parte del alumnado de nuestro Colegio.

En segundo lugar “no olvido el olor que desprendían algunos compañeros que comían en Comedor Escolar, cuando el postre eran mandarinas. Toda la tarde respirando el característico olor”.

Me tocó vivir el estreno del uniforme escolar, que tuvo su encanto para algunos y problemas para otros. Para los primeros, la novedad, ya que fuimos los primeros en Ceuta que los implantamos; para los segundos las dificultades para adquirirlos.

JOSÉ A.B. 48 AÑOS: Mi escolaridad la inicié en la Agrupación Escolar “Micros” de la Barriada del Príncipe, hasta el tercer curso, ya que continué en el “Convoy” hasta conseguir el Graduado. Me rodeé de buenos compañeros y buenos profesores.

Recuerdo simpáticas situaciones como las siguientes: La primera, en la clase del profesor de Lenguaje, teníamos que hacer una redacción sobre el tema: “Qué quieres ser tú, el día de mañana”. Un ocurrente compañero le preguntó al profesor: ¿Y si me muero mañana? El profesor le contestó: ¡No te preocupes, que ya te llegará la hora! La segunda fue que el profesor de Prácticas había programado una experiencia de microscopio, para observar una mosca. El mismo ocurrente alumno, inesperadamente le facilitó una mosca, pero disponía de toda una colección de pequeños insectos, protegidos por una losa del saliente de la ventana, y una tercera fue cuando en clase de Lengua leíamos el “Buscón” de Quevedo, y en el Capítulo tres, “cuando después de comer los Caballeros, las sobras que quedaron para los criados, uno de ellos, Jurre el Vizcaíno, tan olvidado ya de cómo y por dónde se comía que una cortecilla que le cupo, la llevó dos veces a los ojos”. Se escucharon las carcajadas de todos.

Por último, es conveniente recordar que el propio Colegio, con escasos presupuestos, organizaba algunas visitas como aquella en la que nos trasladaron a las instalaciones de la Legión, bien acompañados por documentados profesores.
 

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