En el siglo XIV, todo aquel que miraba desde Gibraltar al
otro lado del Estrecho divisaba en los días sin niebla una
línea blanca en el horizonte, según recogía el poeta Al-Ansari.
Se trataba de las Murallas Meriníes, alzadas para defender
el territorio conquistado por la dinastía bereber de Banu
Marin en la ciudad. Concretamente, fue en 1327 cuando se
comenzó a construir esta fortificación, que albergaba en su
interior toda una ciudad donde, entre otras edificaciones se
encontraba el castillo del sultán.
Siete siglos después, los vestigios de esta ciudadela, que
puso en jaque a más de un enemigo, forman parte del paisaje
urbano. Son muchos los ceutíes que han paseado cerca de
estas murallas, pero muy pocos conocen su historia. Para
ello, sólo es necesario apuntarse a uno de los tours que
ofrece el Ministerio de Cultura durante los sábados del mes
de julio. La actividad se encuadra dentro del programa de
visitas guiadas a los principales proyectos de restauración
de bienes culturales que actualmente ejecuta que incluye
también las catedrales de Toledo, Segovia y Tarragona,
además del Castillo de Mayor de Calatayud, en Zaragoza.
Desde las diez de la mañana y hasta las cinco de la tarde,
Gabriel Fernández, guía de la actividad, descubre, en cuatro
turnos, un poco de la historia de la ciudad a las personas
que se quieren adentrar en los secretos de estas murallas,
el último exponente de fortificación medieval.
La visita se inicia frente al instituto Almina, en la Puerta
de Fez, que debe su nombre al arroyo que pasaba a sus pies.
Orientada hacia Tánger, esta entrada, que en un principio se
creía simple, está construída en recodo. Una estrategia
arquitectónica que los mereníes utilizaron para acorralar a
los enemigos que pretendían tomar la fortaleza. Nada más
traspasar la primera cancela, la bóveda superior se abría
para soltar brea ardiendo, este era el conocido ‘agujero de
la muerte’. Al frente se abrían pequeñas aperturas por donde
los arqueros lanzaban flechas, y la siguiente puerta se
encontraba a la derecha, haciendo un ángulo imposible para
evitar que echaran el segundo portón abajo con un ariete.
Muro blanco para cegar al enemigo
La entrada en recodo no era su única estrategia defensiva de
los meriniés. El exterior de las murallas estaba pintado de
blanco, para cegar a los enemigos que pretendían atacarlos
al atardecer. Y es que, esta era la franja del día en la que
los asaltantes intentaban llegar hasta la ciudadela, ya que
al amanecer tenían el sol de frente, quedando en desventaja.
La construcción de estas murallas que alcanzaron los ocho
kilómetros se inició en 1327 y, según los arqueólogos de la
ciudad, es probable que se acabara sólo dos años después.
Para erigir los doce metros de altura que tienen estos muros
se utilizó, básicamente, barro en una proporción que los
expertos han estimado en una parte de cal, una de arena y
esquirlas. Aunque, la proporción de esquirlas va aumentando
conforme se desciende hacia la base, la parte más sólida de
la construccción.
Al sur de la Puerta de Fez, se encuentran las torre número
12 y 13 de las murallas. Precisamente esta es la parte que
está siendo objeto del proyecto de restauración puesto en
marcha por el Ministerio de Cultura. A través del
micropilotaje, se está construyendo una torre nueva dentro
de la que se ha mantenido en pie a lo largo de siete siglos.
Ambas estarán unidas por fibra de vidrio, el material con el
que se construyen los aviones, para evitar que se venga
abajo la más antigua. Para este proyecto, Cultura ha
invertido 480.000 euros. Otras de las acciones que se están
llevando a cabo, tras un trabajo previo de desbroce general
del terreno, son la limpieza de restos de restauraciones
anteriores inadecuadas y la retirada de elementos de madera
en mechinales, merlones de ladrillo y falsos históricos.
Durante la década de los sesenta y, posteriormente, en los
ochenta se llevaron a cabo labores de restauración, malas
intervenciones en las que incluso se llegó a aplicar
hormigón en las murallas, según explicaba ayer a los
visitantes Gabriel. Los mismos asistentes pueden observar
qué partes son las añadidas en la segunda mitad del siglo XX,
cuando se apuntalaron los muros con ladrillos.
Regreso a la Edad Media
Más de una hora después de haber empezado, el recorrido
lleva al participante de nuevo ante la Puerta de Fez. Ayer,
en el primer turno de visitas, participaron más de diez
personas que por un momento, pudieron retroceder hasta la
Edad Media para comprender cómo vivían y se defendían las
personas de la época. Gabriel señala que desde que comenzara
el programa el 2 de julio han venido personas desde varios
puntos de España a visitar las murallas. aunque
mayoritariamente son ceutíes los que participan en el
programa. El guía destaca que si algo tienen en común los
que llegan a descubrir esta fortificación es el interés por
su historia. Una historia que ya suma casi 700 años a sus
espaldas, y la conquista de portugueses y españoles durante
su existencia.
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