Se veía venir. Estaba cantado que
antes o después la Federación de Fútbol de Ceuta sería
motivo de escándalo. De escándalo grande. Pues era un
secreto a voces que en ese organismo se producían hechos
inmorales y que, por tanto, atentaban contra las normas
sociales de un deporte considerado el rey de todos los
deportes.
La Federación del Fútbol de Ceuta llevaba muchísimos años,
casi tres décadas, siendo un organismo viciado, corrompido
por quien manejaba la situación a su antojo. Haciendo y
deshaciendo sin tener que rendir cuentas a nadie. Llegó un
momento en que se convirtió en el cortijo de una persona que
impedía todo intento de poder acceder a la contabilidad que
manejaba como si fuera su cuenta corriente.
Una persona que supo estar siempre a la vera del poder para
tratar por todos los medios de hacer su santa voluntad. Yo
puedo demostrar que fui una víctima de quien se atribuía
facultades capaces de causarle la ruina a cualquier
profesional del fútbol que se acogiera a la defensa de la
federación. Pues por aquel entonces esa persona manejaba no
sólo la federación sino también el colegio de árbitros y
hasta todo lo concerniente a los entrenadores.
Cuando Antonio García Gaona salió elegido presidente,
lo primero que hice fue recordarle la necesidad que tenía de
hacer una auditoría para acabar con un pasado sucio. Y no me
vengan ahora, como han hecho otras veces, haciendo de
plañideras de muertos; una tarea que todos debemos afrontar
cuando nos llegue la hora.
A García Gaona le he venido repitiendo hasta la saciedad que
le corresponde dar la talla, de una vez por todas. Y dar la
talla como presidente de la federación no consiste en hacer
que la ciudad sea visitada por Villar, por Padrón
y por el correveidile de Borrás del Barrio. O bien
hacer posible que Vicente del Bosque llegue para mostrarse
como el arquetipo del buenismo que le conviene a España para
que cada día haya más pobres que tengan que alimentarse con
los triunfos de la roja. Esa cursilería que se inventó
Luis Aragonés, siendo tan rudo como buen entrenador.
La talla que tenía que haber dado ya el presidente de la
Federación de Fútbol de Ceuta es la de haber hecho pública
una auditoría. Algo que nunca podrá hacer ya. Puesto que con
las declaraciones de Hamido Abdeselam Mehdi se le ha
amontonado el trabajo y puede que hasta le hayan dejado con
las ideas obnubiladas por mucho tiempo. Y no es para menos.
Ya que las declaraciones del que ha sido árbitro durante
muchísimos años no tienen desperdicios. Son acusaciones de
corrupción que atañen a todos los estamentos de la
federación. Y, sobre todo, al fútbol juvenil. Con lo que tan
maligna acción significa.
Mehdi asegura que los árbitros ceutíes están obligados a
evitar que los equipos visitantes pertenecientes a la Liga
Nacional Juvenil ganen en Ceuta. Para que ningún equipo
caballa descienda. Lo cual parece aún más grave que meter la
mano en la caja. Pero también se expresa así: “Si se hace
una auditoría en el Comité de árbitros, van presos”. Y
tampoco se corta lo más mínimo al decir que su descenso como
árbitro tiene tintes racistas”.
A ver si las declaraciones de Mehdi consiguen que los
concejales de la oposición, tan inquisidores ellos, se
dirijan al presidente de la federación para decirle que se
vaya cuanto antes.
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