Aquí no se andan escondiendo y
yéndose a lugares alejados. A los gamberros no les asusta
que haya gente alrededor, que las instalaciones sean nuevas,
o que haya lo que haya, ellos van a lo suyo y así viven su
propia vida, la del gamberro, sin contar con que hay
personas de bien muy cerca.
Ahora ha tocado al Conservatorio, un lugar que se ha
mostrado en el punto de mira de los indeseables, en la
mismísima Manzana del Revellín.
Cristales rotos, puertas forzadas y más gastos, por si había
costado poco esta obra faraónica que no termina de estar
liquidada en su totalidad.
¿Qué se puede hace ante esto?. Lo primero, y es algo que se
pide desde todos los ángulos, es que haya más vigilancia,
acrecentando, si fuera necesario, la ya existente.
Y que es complicado poner freno a estos gamberros nos lo
demuestra el hecho de que además de los cristales, además de
forzar alguna puerta, también, han roto una pared de pladour
y forzaron otra más.
Es lo que hay, en la Ceuta de hoy, en la que hay ciertos
elementos que no respetan nada y que se ríen, en las mismas
narices de todo el que se ponga por delante.
Y lo malo de todo esto es que, no es esta la primera vez que
suceden problemas de este tipo, por cuanto el pasado mes ya
se han llevado a cabo actos vandálicos en junio, con
pintadas incluidas, cuando la obra no está totalmente
concluida.
Ni que decir tiene que los encargados de todo el complejo
comienzan a estar preocupados por la situación y porque
temen que, en cualquier instante, haya una entrada al
Auditorio y destrocen todo lo que caiga en sus manos, o
frente a ellos.
El personal, vecinos, simples observadores y todo el que
contempla esta situación tiene una reflexión parecida:”
estos actos son una vergüenza, en el lugar que debiera ser
el más emblemático de Ceuta”.
Aun así, lo cierto es que no se ha respetado nada y ya
sabíamos, de antemano, que los ojos se iban a poner en este
y estos edificios, en un lugar que es digno de admiración
para todos, salvo para los indeseables que nadie va a poder
justificar.
Desde su mismo comienzo, esta obra ha sido el blanco de
todas las miradas y también, lo que es más lamentable, de la
mirada de los gamberros, para dejar ahí su estela, de lo que
es la falta de educación y respeto por todo.
Y ahora, naturalmente, habrá que comenzar con los arreglos y
otras chapuzas que van a costar un dineral, pero lo que no
se puede dejar es la obra sin reparar, para que lo que hoy
son unos cristales rotos y unas puertas forzadas, se
convierta en un nido de “ocupas” o de otro tipo de
personajes, que nada tienen que perder y sí tienen muchas
posibilidades de hacer daño.
Los arreglos sólo con echar la vista hacia arriba se sabe
que van a costar un auténtico dineral.
Una vez más y no podía ser de otra forma, se pone de
manifiesto la falta de civismo y la poca vergüenza que hay
en ciertos sectores de indeseables que sólo buscan el mal
ajeno, sin sacar ellos unas ganancias especiales, una serie
de insensatos que no debieran tener un lugar al sol, en
plena libertad, con gentes que saben respetar lo ajeno.
Desde aquí pedimos que se dé la batalla a todo este grupo de
desvergonzados que no dejan nada en paz.
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