Con sólo quince años, José comenzó en el oficio de peluquero
en Villajovita. Tenía vocación por el arte, le hubiera
gustado ser pintor o escultor, pero lo que tenía más cerca
era la peluquería, que vino a sustituir “esa ansiedad de
arte” que José sentía. Poco más de dos años después, Marisa
también optó por encaminar sus pasos a este oficio, que
además le llevó a encontrar a su marido, y comenzó a
trabajar en la misma peluquería que José, que se había
trasladado a Puertas del Carmen. Por aquel entonces, ella
solo tenía doce años y él diecisiete. Hoy, más de cincuenta
años después siguen juntos, y es que nunca se han separado.
José y Marisa, los dueños de la peluquería ‘Josman’, han
compartido trabajo y familia a lo largo de medio siglo y
hace sólo unos días decidieron echar el cierre a su negocio.
“Hasta aquí hemos llegado”, sentencia Marisa que añade:
“habríamos podido continuar pero, después de 50 años, vamos
a darnos nuestro margen de vida”.
Al preguntarles si es posible que un peluquero cree una obra
de arte, ninguno duda en afirmar que sí. “La peluquería es
arte, y a parte están las técnicas que se aprenden después.
Al principio es el instinto artístico el que te guía”,
explica José, que ha participado en demostraciones de
peluquería en Estados Unidos o Francia.
Ellos empezaron en la década de los 60, cuando empezaron a
llegar los clientes de Marruecos y “Ceuta empezó a vivir”.
Después, en la década de los 70 y los 80, los recogidos
permitieron tanto a José como Marisa dar rienda suelta a su
creatividad. “Fue una buena época, en la que se llevaban los
moños recargados”, cuenta este matrimonio.
Las anécdotas han sido de todo tipo a lo largo de estos
años, tanto que es difícil poder acordarse de todas. Marisa
y José, recuerdan cuando las personas que tenían que hacer
cola de pie, porque había demasiados clientes o de la vez
que entró un “ratoncillo” a visitarles alarmando a todas las
señoras del local, que acabaron encima de la silla. “Hemos
podido peinar a gente muy famosa, cuando hemos trabajado en
la televisión”, contaba Marisa que recordaba cuando peinó
entre otros, a José María Aznar o Dolores Abril.
Durante sus años de trabajo, “nunca ha faltado la alegría en
la peluquería”, que también se ha convertido por momentos en
gabinete de psicología. “Hemos sido psicólogos de las
clientas, porque algunas no han ido a arreglarse, han ido a
desfogarse”, confiesa José, a lo que añade: “Lo que nunca
hemos permitido es que criticarán a nadie, si una persona
empezaba a hablar de alguien le decíamos que era familia”.
Tal vez por eso, se han ganado el cariño y el respeto de sus
clientes: “Tenemos personas que han estado con nosotros toda
nuestra vida laboral”. Especialmente por ellos, a esta
pareja le ha resultado muy díficil echar el cierre. “No
sabíamos como decirles a los clientes que íbamos a cerrar”,
reconoce Marisa. Ayer, muchos de ellos quisieron participar
en el homenaje que organizaron los hijos de la pareja en el
Parador ‘La Muralla’. Allí se reunieron a las 21.00 horas,
clientes y amigos, para arropar a José y Marisa en su
despedida.
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