Regreso de una larga excursión de
fin de semana prolongado, durante la cual he desconectado
por completo de todo lo relacionado con la vida social del
país. Nunca he sentido tanta tranquilidad.
En mi regreso y en el desayuno devoro, además de las
tostadas, la prensa del día. Nada importante salvo que la
especulación es ahora la reina del orbe económico.
Alicia Sánchez-Camacho, presidenta del PP de Catalunya, y a
la que saludé en el mitin del Palacio de los Deportes antes
de las elecciones catalanas, no para de dejarme cada día más
frío que aquel iceberg que destruyó el costado del Titanic.
Está destruyendo un costado de la Constitución.
Desde que es diputada del ‘Parlament Català’ no construye
absolutamente nada que beneficie al país, exactamente lo
mismo que sus superiores peperos a escala nacional, y anda
propagando que es idea propia de su partido el proyecto
xenófobo de fijar una cuota de inmigrantes por municipios.
Como si los inmigrantes fueran ganado y ella tratante.
Existiendo, como creo que existe, la libertad de circulación
de personas veo difícil que salga adelante ese proyecto, tan
de acuerdo estoy con Duran i Lleida (CiU) de la inviabilidad
de semejante proyecto xenófobo.
Imaginemos que estamos en Ceuta en esa situación. El
presidente Vivas distribuiría a los inmigrantes del CETI
(700) entre las distintas barriadas ceutíes… ¿qué salimos
ganando?
Puede ser que, ahí está la Constitución, los peperos tengan
miedo de que los inmigrantes, sobre todo los marroquíes,
puedan votar en las próximas elecciones si su país,
Marruecos, acepta el voto de los residentes españoles en sus
municipales y por tanto debemos tener reciprocidad. ¿No?
Todo esto viene del alcalde de Salt (Girona), Jaume
Torramadé, cuya idea de repartir inmigrantes choca
frontalmente con la ley. No se puede impedir el asentamiento
de un ciudadano.
Sí me muestro xenófobo es contra esa plaga de rumanos que
han venido a nuestro país solamente para delinquir.
Supervisadas por los macarras, una decena de mujeres
rumanas, de entre 18 y 28 años, vienen cometiendo toda clase
de delitos, menos el asesinato, con un total de 96
detenciones que ya es alarma a lo grande.
El modus operandi utilizado por las detenidas consiste en
acercarse a las víctimas haciéndose pasar por sordomudas y
pidiendo dinero para algún proyecto de solidaridad. En el
momento en que la víctima está firmando la hoja de
inscripción aprovechan para hurtar cualquier objeto que esté
a su alcance: móviles, monederos, carteras o cámaras.
Ya vemos que un alto porcentaje de delitos son cometidos por
rumanos… ¿qué es lo que hacen nuestras autoridades? ¿La
vista gorda?
He realizado obras de arquitectura con personal de múltiples
nacionalidades pero jamás con rumanos. La primera y única
vez que el arquitecto, con el que trabajaba, contrató a uno,
se pasó la jornada alegando un montón de excusas y no daba
golpe. Sólo vienen a nuestro país para usar la Seguridad
Social, vivir del hurto, de los subsidios, de los pisos
gratuitos, de tocar el acordeón y ‘los huevos’ en el Metro…
trabajar, desconocen qué es eso.
Por cierto que desaparecieron varios útiles de la
construcción del cobertizo donde se guardaban. Será
casualidad pero eso ocurrió mientras estaba ese rumano.
Si al párrafo de arriba lo tachan de xenófobo… ¿qué
entenderán los de SOS racismo de xenofobia? Por cierto, los
miembros de ese colectivo suelen estar presentes en los
juzgados donde envían a los delincuentes reincidentes y
siempre están a su lado. ¿Por qué no se los llevan a sus
propias casas, ya que tanto los quieren?
Ya está bien, hartos estamos de leer, todos los días, en los
medios de comunicación detenciones y más detenciones de
rumanos. No los quieren ni en su propio país… ¿por qué hemos
de ser tan tolerantes?
En fin. La vida sigue, yo también.
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