La he visto caminar
por las calles del cielo,
por las calles del mar,
por las calles del espíritu.
Era ella, la musa del aire,
el verso de las olas,
el poema eterno de Dios.
Pobre del ser humano
que no sepa ver lo que no se ve.
Los abecedarios del alma
son el medio para redescubrir
latidos que nos mueven y conmueven,
pulsos que alumbramos y vislumbramos.
Sueños del niño
que todos llevamos dentro.
Sueños del poeta
que nadie debe perder.
Sueños al fin, que son baladas de luz.
La luz del amor tras la poesía.
La luz del amor en la poesía.
Tras la poesía y en la poesía, yo y tú.
Todo amanece con la luz
y se engrandece entre luces:
nos mece la ternura de amarnos
y el amar nos crece el corazón.
Una luz que por sí misma es energía.
Para la vida la oscuridad es un infierno.
Somos hijos de la luz y en la luz vivimos.
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