Me he manifestado, por activa y
por pasiva, que estaba de acuerdo en algunas de las cosas
que pedían los llamados “indignados”, sobre todo en el
cambio de la Ley Electoral. Sin embargo, visto lo que se
está viendo en sus últimas actuaciones, me da la sensación,
no extraña, que es una trama perfectamente organizada, en
las que están inmersos los verdaderos “indignados”, que son
aprovechados por los antisistemas, los agitadores
profesionales, los okupas y algún que otro amigo de lo
ajeno, para llevar adelante la trama.
A estos “indignados”, los “indignados” de verdad, jamás los
he visto manifestarse por los cinco millones de parados que
existen en nuestro país, ni en defensa de la rebaja de las
pensiones, del descuento en las nóminas de los funcionarios
o la subida de la luz y de la bombona de butano que tanto
afectan a los que menos tenemos. Es curioso ¿verdad?.
Y siempre me hago la misma pregunta, si no tienen dinero
porque no trabajan, de qué viven, quién o quiénes les pagan
los alimentos por esa marcha que se está haciendo sobre
Madrid. La contestación a esas preguntas me llevarían, sin
duda alguna, a saber quién o quiénes están detrás de todo
esto.
Me parece bien que se opongan a que nadie sea desalojado de
su casa por culpa de una maldita hipoteca que, en esos
momentos, no puede pagar. Pero que no me guste, no quita de
que la ley se tiene que cumplir.
Qué la policía interviene para detener a alguien sin
papeles, se lanzan contra al policía haciendo retroceder a
los servidores del orden y de la ley. Y me pregunto yo,
quiénes son ellos para evitar que la ley se cumpla. El
incumplimiento de la ley, mientras estos señores sean los
dueños de la calle, suena a anarquía total. Es eso lo qué
quieren, qué España un país democrático se convierta en una
anarquía total, donde cada uno haga lo que le salga de los “cataplinez”.
Por ahí no paso. La solución a los problemas, en un país
democrático pasa por las urnas.
Además han perdido una oportunidad única de demostrar que
quieren conseguir un puesto de trabajo que les hubiese
reportado unos mil quinientos euros mensuales, durante tres
meses, irse a la recogida del ajo, donde no hay un solo
español trabajando.
Naturalmente que eso de doblar el “espinazo” no está hecho
para todos estos. Ellos menos trabajar cualquier cosas, sus
manifestaciones, sus sentadas, incumpliendo la Constitución,
evitando la libre circulación de las personas e incluso
impidiendo que los locales, donde ellos están asentados,
puedan vender algún que otro artículo.
Aunque algunos mandas digan que están de acuerdo con ellos,
su comportamiento, ante ciertas circunstancias, impidiendo
el cumplimiento de la ley, no dice nada en favor de ese
movimiento que, al final, se va a terminar disolviéndose
como un azucarillo, en cuanto se decida que la trama ha
terminado y que hay que volver a la orden y al cumplimiento
de la ley.
España no está, en los momentos actuales, para permitir que
el desorden se mantenga en sus calles. Insisto, totalmente,
de acuerdo en que hay que cambiar la Ley Electoral, pero
jamás estaré de acuerdo en convertir mí país en una
anarquía.
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