Apenas han llegado las doce del mediodía del primer jueves
de este mes de julio de 2011 y el termómetro ha pasado ya
por encima de los 25º. En el muelle deportivo del Puerto de
Ceuta descansan apacibles un buen número de embarcaciones de
recreo. Su relajada ociosidad contrasta con la continua
actividad de los servicios de salvamento marítimo que, desde
la llegada de la temporada estival, no han dejado de recibir
inmigrantes a razón de más de una salida diaria durante las
últimas tres semanas. Trabajando junto a la Guardia Civil y
Cruz Roja, la embarcación Salvamar ‘Gadir’, que cumple un
año de servicio en Ceuta el próximo sábado 16, es el
principal medio de rescate de los inmigrantes que buscan el
sueño europeo en el entorno de las costas ceutíes.
Con más de dieciocho años de vida, la Salvamar ‘Gadir’ es
una de las 55 embarcaciones de intervención rápida que
funciona en las costas españolas dependiente de la Sociedad
de Salvamento y Seguridad Marítima del ministerio de
Fomento. Tan solo seis personas componen el personal que la
maneja, en turnos de tres (patrón, mecánico y marinero)
durante los 365 días del año y en turnos semanales con
guardias de 24 horas que en esta época veraniega empiezan ya
a hacer mella en sus tripulantes. Las cuatro o las cinco de
la madrugada parece ser desde hace unos días la hora más
común para la llegada de inmigrantes, aunque no la única,
según confirma el patrón de uno de los turnos del Gadir,
Julio Selles Ronda: “Ayer salimos tres veces, a las cuatro
de la mañana, a las nueve y a las diez”.
Selles, que lleva tres años trabajando en Salvamento
Marítimo en Ceuta, antes con la embarcación ‘El Puntal’,
explica que si bien parece que la presión migratoria está
aumentando en los últimos días, el número de servicios que
están realizando es “prácticamente el mismo que hace un
año”. Lo que sí se aprecia, echando la vista algo más atrás
en el tiempo, es el cambio de método entre los inmigrantes
para alcanzar las costas españolas: “ Antes, hará unos cinco
años, venían en pateras de madera con motor en el que cabían
entre 20 y 50 personas. Desde hace más o menos tres años ya
solo llegan en embarcanciones hinchables con remos, o se
tiran directamente a nado por la noche”.
Un puñado de estas balsas, testigo y medio de los reiterados
intentos de abandonar África de los inmigrantes, yacen a
modo de cementerio simbólico en el perímetro vigilado por la
Guardia Civil del Muelle deportivo. Hoy son ya catorce
inmigrantes los que han llegado al puerto, entre los diez
rescatados a primera hora de la mañana y los cuatro que
entran ahora. Todos son varones, mayores de edad, y sus
nacionalidades se reparten entre Libia, Nigeria o Sudán.
Aunque uno de ellos, con un crucifijo al cuello, tiembla de
frío, todos se encuentran en buen estado según explica el
personal de Cruz Roja, que les espera en el mismo muelle
para hacerles un rápido reconocimiento médico. Después
pasarán a disposición policial y finalmente serán conducidos
al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). A
pesar de que esta es la historia que se repite prácticamente
a diario, quienes trabajan mano a mano con esta realidad no
terminan de “acostumbrarse” a este fenómeno. Así al menos lo
piensa Julio Selles, que asegura recordar perfectamente el
primer servicio de salvamento que hizo en Ceuta. “La primera
patera me tocó cuando llevaba una semana trabajando.
Recuerdo incluso la cara de quienes venían en ella. Aquel
día, y el rescate de ayer, en el que había una niña pequeña,
han sido de los que más me han marcado”, afirma.
“A veces, por la calle, me encuentro con algunos de los que
hemos rescatado. Unos me saludan, otros no... esto no tiene
nada que ver con ningún otro trabajo que se realice en el
mar”.
A las cuatro de la tarde, la ordenada cabina naranja de
salvamento, situada en el Muelle España frente a la Salvamar
Gadir está prácticamente en calma total, aunque los sentidos
siempre están alerta por si hay una llamada de emergencia.
“Somos como los bomberos o el 061 del agua”, dice Selles, el
patrón de guardia esta semana.
Vigilancia y prevención integral
Pero el Salvamar no realiza tan solo labores de rescate de
inmigrantes, su cometido en el Estrecho incluye la cobertura
de cualquier incidencia en el mar, desde la extinción de
incendios en barcos a la recogida de muestras de vertidos al
mar, también el rescate de náufragos o la evacuación de
heridos. Son operaciones menos habituales. Este año por
ejemplo se han llevado a cabo no más de cuatro evacuaciones
médicas, un trabajo para el cual suelen necesitar el apoyo
de otros dispositivos como un helicóptero de salvamento.
“¿La mayor dificultad? Sin duda la climatología. Todas las
labores de rescate que estamos realizando ahora serían mucho
más complicadas en invierno, con un gran temporal”, explica
el patrón de la embarcación.
Para ello el Salvamar Gadir está diseñado con capacidad
poder enfrentarse a las peores condiciones meteorológicas.
Sus 20 metros de eslora y 5,6 de manga lo hacen bastante más
grande que el anterior de servicio en Ceuta (El Puntal) y
cuenta con una autonomía de 400 millas en la que puede
alcanzar una velocidad máxima de 34 nudos. La embarcación,
insumergible y autoadrizante, está equipada con todo el
material náutico y de seguridad necesario para desempeñar
sus labores: radar, VHF, ecosonda, navegación por satélite
(GPS), botiquín, extintores y balsa de supervivencia. Su
sistema de radio permite mandar y recibir mensajes de
socorro, y solo con hablar por radio con alguien, ésta
informa de la demora y la distancia a la que están.
El Gadir, que se espera esté en funcionamiento durante al
menos tres años más en Ceuta, tiene una gran
maniobrabilidad. Su zona de rescate, a nivel de la cubierta
principal, está diseñada especialmente para la asistencia a
náufragos, por lo que cuenta con unas barandillas que se
pueden quitar para facilitar el acceso al barco de las
personas que lo necesitan. Asimismo, y para mayor seguridad
en condiciones de meteorología adversa tiene arneses para
que la tripulación no corra peligro de caer al mar mientras
realiza labores de salvamento. Gracias a la camilla con la
que cuenta, también se pueden realizar traslados de heridos
o enfermos directamente al puerto, que pueden realizarse en
coordinación con el helicóptero de salvamento para una mayor
celeridad.
El trabajo de la embarcación no se detiene. El recuento de
rescates en los meses de verano aumenta en cuestión de
horas. Así, poco después de traer a puerto a los 4 últimos
inmigrantes, se producen varias llamadas más que culminan
con el salvamento de otras 40 personas en dos salidas
durante la noche. “Hay espacio para más, hemos llegado a
llevar a cien personas”, dice el patrón, que sabe que la
velocidad de respuesta es primordial en situaciones de este
tipo.
“La mayoría de los avisos nos llegan desde otras grandes
embarcaciones que divisan a los inmigrantes en el Estrecho,
suele ser a primera hora de la mañana. Por la noche es más
difícil verlos, por eso muchos se están lanzando
directamente a nadar”. Tarifa Tráfico, el centro de control
que gestiona el tráfico marítimo del Estrecho y todas las
operaciones de Salvamento, es de otro modo quien puede
activar los servicios del Salvamar.
Cuando falta menos de una semana para que la Salvamar Gadir
cumpla un año de funcionamiento en Ceuta, la embarcación ha
realizado un total de 117 intervenciones de emergencias en
las cuales ha asistido a 521 personas, 470 de ellas
inmigrantes. Dentro del total de intervenciones, y según
confirman desde Tarifa Tráfico, 94 fueron intervenciones
relacionadas con la inmigración, 2 asistencias en
actividades recreativas, 2 intervenciones medioambientales,
12 asistencias a embarcaciones de recreo, 2 evacuaciones
médicas y 5 más de otros tipos.
Adolfo Serrano Solís, director de Tarifa Tráfico, explica
que sí se observa un aumento de intervenciones relacionadas
con la inmgiración, “sobre todo desde que los inmigrantes
cruzan la frontera a nado”, un fenómeno que no se producía
con anterioridad. Pero Serrano hace énfasis en las diversas
capacidades de trabajo de la embarcación y su personal,
sobre todo conocidos por intervenciones de salvamento a
inmigrantes pero “con muchas más capacidades”.
El suave viento de poniente y unas buenas condiciones de
visibilidad han permitido que los primeros rescates del mes
de julio se hayan realizado sin grandes dificultades. Algo
que no significa que el equipo de trabajo del Gadir se
implique menos, ni deje de quedar marcado por los cientos de
rostros que asiste prácticamente a diario. El gesto de uno
de sus tripulantes despidiendo a la niña que rescataron esta
semana habla por sí solo de una labor complicada, pero
altamente gratificante a nivel personal, siempre y cuando se
consiga realizar las operaciones de salvamento con éxito.
“La razón por la que me gusta este trabajo es porque ningún
día es igual, si puedo me gustaría jubilarme aquí”, asegura
Julio Selles mientras espera la próxima llamada de
emergencia.
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