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OPINIÓN - DOMINGO, 10 DE JULIO DE 2011

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

¿Qué está pasando con el Sarao?


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Nadie alcanza a explicarse cómo “con la que está cayendo” aún no han convocado una rueda de prensa los responsables de la empresa propietaria del restaurante el Sarao para ofrecer a la opinión pública su versión de los hechos. Sería lo normal, si carecen de cualquier tipo de responsabilidad en la intoxicación de los muchachos de los Centros y sus instalaciones, puestas en entredicho por una anterior denuncia, están limpias como una patena, asépticas, escamondadas, en regla y cumpliendo hasta el último de los requisitos impuestos por Sanidad deberían comparecer en el mismo establecimiento, abrir totalmente sus puertas a la prensa y que sean los medios quienes den fe de como se encuentra aquello, máxime cuando nos consta que en las últimas fechas se habrán afanado en la higiene y darán buena imagen con cocinas y frigoríficos relucientes. Pero el silencio de los dueños resulta mosqueante, tanto como lo es el llamado “silencio administrativo”, máxime cuando en un corto plazo se han visto involucrados en las denuncias por parte de los alumnos de los cursos subvencionados del INEM, denuncia que se encuentra en trámite, una segunda denuncia de un particular que critica el estado de las instalaciones, el contrato con la Ciudad Autónoma para ocuparse del servicio de catering de los Centros de Menores y las condiciones de adjudicación del mismo de las que duda la oposición y la intoxicación masiva de los jóvenes.

Extraña el silencio y extraña la falta de alegaciones exculpatorias que es el proceder normal en supuestos de estas características. Y no basta una simple “nota de prensa” sino que resulta más idóneo e incluso interesa más a los del Sarao comparecer para aclarar y responder a las cuestiones que se les puedan plantear. Porque “dar la callada por respuesta” no provoca más que sospechas y exacerbamiento de la maledicencia, proliferación de codazos y alarmismo innecesario. Lo mejor es dar la cara ante el máximo de cámaras posible y explicar detalladamente si las denuncias de los asistentes a los cursos del INEM son infundadas y relatar de paso todos los detalles concernientes al contrato de catering, al catering en sí mismo considerado, repartir las hojas con los menús, invitar a la prensa (al que se atreva porque hay mucho aprensivo y más de un hipocondríaco) a la degustación de una muestra e menús, enseñar exterior e interiormente la furgoneta de reparto, hacer la ruta de reparto y llegar a los Centros para enseñar como se descargan y entregan las comidas.

Todo claro como el agua de la fuente para callar las lenguas viperinas, cerrar los picos y atajar las murmuraciones ¿Qué mejor manera que exhibirse con claridad y sin tapujos? De hecho es la única forma de conservar el prestigio y demostrar credibilidad desde el momento en que se rechazan las acusaciones, se responde con argumentos sólidos a las denuncias y se descartan con pruebas sospechas y descalificaciones. Porque enmudecer es una estrategia pésima y no hace más que afilar las sinhueso, acrecentar las murmuraciones, potenciar los chismorreos y hacer que toda la ciudad se pregunte: ¿Qué está pasando con el Sarao?
 

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