Paseo por la ciudad de la mano de
mi hijo pequeño.
Zonas playeras atestadas de turistas y algún que otro ‘top
manta’ senegalés despistado a sabiendas.
La irrupción de los ‘top mantas’ en nuestras calles viene
desde hace años y ahora las autoridades gubernativas, al
menos las catalanas (CiU), comienzan a mover peones para
crear leyes llamadas ‘ómnibus’ no sé porqué. Las leyes no
son autobuses.
Aunque estén realizadas para adaptarlas a la Directiva
Bolkestein, bonito nombre.
La presión de la Confederación de Comercio de Catalunya (la
mayoría de militantes de CiU son comerciantes) ha decidido
que el Gobierno catalán persiga a los vendedores ‘top
manta’.
No sólo eso sino que también perseguirán a quienes adquiera,
a sabiendas, productos ilegales.
Lo terrible de eso es que las leyes contemplan multas que
pueden ser hasta 20.000 euros… las más graves hasta 500.000
euros.
¿Qué inmigrante tendrá esas cantidades?
Este afán recaudatorio no ataca los problemas en sus dos
flancos: el importador chino que introduce todo ese material
ilegal y la entrada de inmigrantes a gogó.
Dejan entrar a los inmigrantes pero no les dejan buscar la
vida, los tenemos aquí para que no hagan nada.
Sabemos que ninguna tienda podría competir con los precios
de los ‘top mantas’… pero éstos no podrían, jamás, competir
con la calidad de las tiendas.
No creo que, por vender unas gafas de sol increíblemente
zafias, el producto final bruto de un ‘top manta’ alcance
siquiera el 0,005 % del que alcanza un comercio de venta al
detalle.
Las autoridades, en vez de crear esas leyes de carácter
represivo, podrían optar por tres soluciones sencillas:
expulsar a los inmigrantes ilegales y a los importadores de
material falso reforzando las fronteras; dar trabajo fijo a
los inmigrantes en situación precaria; hacer la vista gorda
porque diez euros que consigan, sería un milagro, no van a
hundir ningún negocio y además los ‘top mantas’ podrían
comer calentito.
Estos pobres ‘top mantas’ no pueden ser considerados un
peligro para los comercios si los comparamos con las tiendas
de chinos, legales por otra parte.
Los precios de las tiendas ‘legales’ son, a veces, bastante
abusivos (suben una media del 200 al 300%) y ello repercute
a la hora de decidirse a comprar… directos a la tienda del
chino.
Por otro lado, ¿no sería mejor cortar todo esto de raíz en
las aduanas? Parece ser que alguien chupa del bote para que
el importador chino pueda meter tanta mercancía ilegal y/o
falsificada.
Por seguridad, optaría por dejar a los ‘top mantas’
tranquilos aunque controlados mediante un pequeño permiso.
De no ser así, la desesperación por la supervivencia nos
hará sufrir muchas malas jugadas.
¿Quién puede afirmar que detrás de un ‘top manta’ no hay
mujeres y niños esperando un trozo de pan? Los ‘top mantas’
son los menos peligrosos de la jungla del asfalto.
No sé porqué el Gobierno, al menos el catalán, no persigue
al ciudadano que da limosnas a los mendigos y/o a la Iglesia
y sí lo hace con quienes la dan a los ‘top mantas’ en un
arranque emotivo, porque no creo que los artículos que
vendan los ‘top mantas’ sean “muy necesarios en cualquier
cesta de la compra”.
Si yo fuera comerciante, con tienda y todo, agarraba a unos
cuantos ‘top mantas’, les entregaría artículos menores para
que los vendiera, a comisión, en las mantas extendidas en
las aceras y así ganamos todos: ellos tendrán su pan y yo
vaciaría los estantes de artículos invendibles directamente
desde el mostrador. Sería bonito ¿verdad?
En fin. La vida sigue, yo también.
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