Desde el verano pasado, la frontera es escenario de un
cambio en las rutas y métodos de la inmigración clandestina.
Las zodiac de grandes dimensiones, con capacidad para hasta
medio centenar de personas, que intentaban alcanzar la
península, han dado paso al goteo de los pases a pequeña
escala en dirección a la ciudad, a nado o en pequeñas balsas
de playa. La presión es tal que, a pesar de las salidas
clandestinas en camiones, la cifra de inmigrantes acogidos
supera a diario desde junio el límite de plazas.
El verano de 2010 marcó un punto de inflexión, un cambio en
las rutas y métodos de la inmigración clandestina en Ceuta.
Las grandes ‘zodiac’ en las que se hacinaban docenas de
personas que trataban de alcanzar las costas peninsulares
han dado paso a un goteo a pequeña escala pero constante y
con dirección a la ciudad autónoma, de la que, después, los
inmigrantes buscan salir escondidos en camiones. Un año
antes, en septiembre de 2009, el fenómeno que, de vez en
cuando, afectaba a Ceuta era completamente distinto. Ese
mes, en concreto, el día 19, al menos 8 inmigrantes
perecieron en el naufragio de una de estas pateras en las
inmediaciones de Perejil. A bordo se cree que había 45
personas, entre ellas -según el relato de los 11
supervivientes- cuatro bebés.
Pero en el verano de 2010 comenzaron a verse las primeras
balsitas hinchables de playa con las que, en grupos que rara
vez superaban las tres o cuatro personas, alcanzaban sin
grandes problemas su nuevo destino: la costa española más
cercana a Marruecos, la ceutí. Según el relato de los
inmigrantes, el precio de una de estas pequeñas
embarcaciones es de unos 300 dirhams, mientras que un
flotador o la cámara de un nemático puede adquirirse por
apenas 60 (6 euros). También hay quienes se lanzan al agua
con un traje de neopreno o partes de él. En pocos minutos,
con tan sólo situarse a la altura del litoral ceutí, son
rescatados por Salvamento Marítimo, Cruz Roja o la Guardia
Civil.
A este cambio de método se unió, exactamente desde agosto de
2010, otra circunstancia que se perfila como una de las
causas de la situación actual, y es el hecho de que la
anterior colaboración con las fuerzas de seguridad
marroquíes a la hora de interceptar estas embarcaciones o a
nadadores dejó de producirse.
EL PUEBLO informaba en su edición del 28 de agosto de 2010
de que la Guardia Civil dejó de salir a aguas
jurisdiscionales de Marruecos para, en colaboración con la
Gendarmería marroquí, rescatar del agua y devolver a los
inmigrantes a las playas del país vecino. Este último e
importante extremo fue confirmado por diversas fuentes
relacionadas con la inmigración ilegal, que señalaban que
las patrullas de la Guardia Civil no estaban ya autorizadas
para cruzar esta “línea” e impedir que las embarcaciones con
inmigrantes ilegales alcanzaran las aguas de Ceuta. Este
verano, desde la Benemérita se confirmaba que la situación
no ha variado: “Les vemos llegar, pero no podemos más que
esperar a que se acerquen y recogerlos”, reconocen.
No obstante, la cifra exacta de inmigrantes ilegales
filiados por la Brigada de Extranjería de la Policía
Nacional durante todo el año 2010 y a fecha del 13 de
diciembre asciendió a 320. Por su parte, el CETI se mantuvo
a lo largo del año en el límite de su capacidad. Según datos
de la Delegación del Gobierno, en agosto de ese mismo año
acogía a 449 inmigrantes. A pesar de las continuas entradas,
en 2010 la ocupación del CETI estaba un 25% por debajo de la
de agosto de 2009, cuando llegó a acoger hasta 600
extranjeros.
De nuevo en 2011 el repunte es evidente, con los 575
inmigrantes que según los datos aportados por el director
del CETI, Carlos Bengoechea, acogía ayer, una ocupación que
supera en 63 personas el límite de plazas.
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Las salidas clandestinas en camiones estabilizan la balanza
Desde el pasado mes de mayo,
cuando comenzó a notarse el repunte de las llegadas de
inmigrantes que suele producirse con la mejoría del tiempo,
las cifras de acogidos en el CETI se habían ido manteniendo
estables. Ha sido a finales de junio cuando, a pesar de las
salidas clandestinas en camiones -que no cesan-, se ha
comenzado a superar el límite de plazas. Aún así, la presión
en el Centro de Estancia Temporal no se había disparado
hasta ayer (cuando llegó una nueva avalancha de 27 personas)
porque, según recogía este diario el pasado sábado, la
Guardia Civil sólo logra interceptar a una pequeña parte de
los que optan por huir a la península escondidos en camiones
(60 frente a 119) hasta mayo.
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