Mientras la secretaria de Estado de Inmigración, que ayer
estuvo de visita en Ceuta, afirma que se ha producido un
“importante descenso” en el flujo migratorio irregular, en
Ceuta la llegada de balsas y de inmigrantes a nado es una
constante en las últimas semanas. Sólo desde el mes de junio
han llegado 125 subsaharianos y el CETI esta muy por encima
de su capacidad máxima.
A primeros de junio estaban contabilizados en Ceuta 415
subsaharianos. A fecha de ayer el cómputo es de 540, si bien
es cierto que en el CETI ya residen 575 inmigrantes cuando
la capacidad máxima la tiene establecida en 512.
Mientras esta realidad afecta a Ceuta por la presión
migratoria que supone este hecho, la secretaria de Estado de
Inmigración, Anna Terrón, de visita ayer en nuestra ciudad,
se descolgó con que hay “un importante descenso de la cifra
de llegadas de ciudadanos en situación irregular”, lo que se
debe, según la representante ministerial, por “la fuerte
apuesta que ha hecho el Gobierno por un modelo de
inmigración ordenado”.
“En Ceuta y Melilla, mientras que entre 2001 y 2005 el
número de ciudadanos llegados de forma irregular subió un
12%, de 2005 a 2010 esta cifra se redujo hasta en un 71,8%”,
dijo sin que nadie le haya advertido de cómo andan las
cifras en estos casi 7 primeros meses de 2011.
“La lucha contra la inmigración irregular sigue siendo una
de las prioridades del Gobierno, que apuesta por un modelo
ordenado y que vincula la inmigración al mercado laboral”,
ha añadido.
Anna Terrón ha insistido en que “hay que desmontar las
mentiras que lanzan las redes de tráfico de personas: llegar
irregularmente a España no es una opción”. Y dejó claro que
las repatriaciones se inmigrantes se realizan con todas las
garantías.
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Sintomático que la avalancha se haya producido el día de la
visita de la secretaria de Estado de Inmigración
¿Ha sido casualidad, coincidencia
o mera circunstancia astral?. Que se haya producido una de
las más importantes avalanchas de inmigrantes de los últimos
meses en el que más de medio centenar de subsaharianos hayan
intentado lanzarse al mar desde las costas marroquíes
próximas a la frontera española del Tarajal el mismo día en
que iba a llegar a Ceuta la secretaria de Estado de
Inmigración deja serios detalles para el análisis. No es una
novedad el que la relación entre Marruecos y España se vea
sometida casi siempre a presiones desde todos los ámbitos.
Los tratados y acuerdos planteados entre ambos países no han
tenido excesiva continuidad. El más famoso, el de buena
vecindad, se firmó hace veinte años, pero no por ello evitó
que un grupo de militares marroquíes accedieran al islote de
Perejil para izar la bandera marroquí, o que se presionara
sobre la frontera melillense hace varios meses, o que se
produjeran asaltos a las vallas perimetrales de ambas
ciudades en 2005. O el tratado de 1992 por el que Marruecos
acepta recibir en devolución a los extranjeros que hayan
entrado irregularmente en España que actualmente no está en
práctica. Son difíciles las relaciones, pero atendiendo a la
historia, se percibe un tufo de interés por mostrar el
fenómeno de la inmigración y su presión en el norte de
África.
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