Lunes 27.
Hallo a Carlos Chocrón paseando por el centro de la
ciudad. Y nos volvemos a saludar después de haber estado
cuatro meses sin que existiera esa oportunidad. Más bien,
todo hay que decirlo, porque yo decidí no hacerlo desde la
noche en que se inauguró el Teatro Auditorio del Revellín.
Vamos, que llevábamos cuatro meses sin dirigirnos la
palabra. Pero hoy hemos decidido poner fin a nuestro
distanciamiento. Y hemos charlado de lo lindo durante un
buen rato en sitio idóneo para ello. Mi amistad con Carlos
data de muy antiguo. Pues dentro de poco se cumplirán ya
casi treinta años de cuando fuimos presentados. Y nunca
tuvimos el menor motivo para disgustarnos. Pero esa noche,
la noche en que nos deleitó Inma Shara, dirigiendo la
Filarmónica de Frankfurt, Carlos estaba más nervioso de lo
debido, dado que le correspondía a él el éxito del cocktail
previsto tras el concierto benéfico. En fin, que pelillos a
la mar. Y que Carlos y yo seguiremos viéndonos, cada dos por
tres, para reírnos de cuanto merezca la pena reírse. Aunque
los tiempos que corren no son precisamente los mejores para
realizar tan saludable ejercicio.
MARTES. 28
Me tropiezo con Mohamed Nayim en la sala de estar de
un hotel y nos ponemos a charlar. Algo que hemos hecho en
bastantes ocasiones. En principio, porque con Nayim es muy
fácil hablar de casi todo. Ya que es persona preparada,
educada y dispuesta al diálogo en todo momento. Aún recuerdo
la de veces que le llamé yo a Inglaterra para que me hablara
de todo lo concerniente al fútbol inglés y de su equipo: el
Tottenham. Y lo hacía con su acostumbrada amabilidad y sin
mostrarme nunca la menor queja por el tiempo que me
dispensaba. Mis comentarios han estado dirigidos a la manía
que tienen algunos críticos futbolísticos en proclamar que
todos los equipos han de nutrirse de jugadores bajitos. Como
si los jugadores bajitos no hubiesen existido toda la vida
en una España donde nuestra altura ha brillado hasta hace
nada por su ausencia. Los técnicos, hasta bien entrado los
años setenta, cuando les ofrecían jugadores lo primero que
preguntaban es lo siguiente: “¿Son altos?” “¿Tienen buena
presencia…?”. De un tiempo a esta parte, en vista del
triunfo indiscutible de Iniesta, Xavi, Hernández, Messi,
Cazorla, Villa, Mata y compañía, los listos de turno la
han tomado con los hombres altos. Y hay periodistas, que se
pusieron a escribir de fútbol ayer como quien dice, que no
paran de recomendar que los equipos españoles han de hacerse
con seis o siete bajitos de medio campo para adelante y que
los altos sean los tres o cuatro zagueros. Lo que pienso al
respecto se lo referí a Nayim, quien comenzó a reírse de
veras. Miren ustedes, en los equipos han de jugar los
mejores futbolistas; sean éstos altos, bajos o medianos. Eso
sí, un portero que no dé la talla, es decir, que no mida dos
metros y algunos centímetros con los brazos elevados, es
menos portero.
Miércoles. 29
Noche espléndida. Paseamos varios amigos por el centro de la
ciudad. Ni siquiera el calor reinante impide que apreciemos
lo bonita que está la plaza de África. A pesar de que voy
con personas acostumbradas a frecuentar plazas, callejas y
rincones recoletos de ciudades como Córdoba, Granada,
Sevilla y Málaga. La plaza de África, nunca lo he negado, ha
sido siempre mi debilidad. Tal vez porque en ella, durante
años, he pasado horas de la noche sin preocuparme de nada
que no fuera dejarme llevar por el silencio que en ella se
generaba. Un silencio especial. Un silencio del que
Antonio Gala destacaría su sonoridad. Así se lo refiero
a una pareja con la que he cenado. Y que me ha ganado la
voluntad en apenas nada. Y es que Laureano y Mari,
familia de unos buenos amigos, además de ser unas personas
encantadoras, se han llevado la mejor impresión de Ceuta.
Durante el paseo, nos encontramos con Diego Sastre y
Olga, su mujer; y allá que nos pusimos a charlar
todos acerca de la ciudad y, cómo no, de los problemas que
en ella se generan cada día.
Jueves 30.
Luis Jacas Salvador viene a Ceuta cada dos por tres
por cuestiones comerciales. Así lo lleva haciendo desde hace
varios años. Así que un día me lo presentó Pepe Ávila,
director del Hotel Tryp, y hablamos de ibicencos que son
amigos comunes. Y, sobre todo, de uno muy especial para mí:
Juan Riera; dueño de Casa Alfredo. Un
restaurante extraordinario, cuya vida data de 1934 y que
está situado en una de las esquinas más afamadas del Paseo
Vara del Rey. Ahí es nada… Con Juan Riera me tocó vivir
anécdotas muy interesantes. Me parece que alguna que otra
habré contado ya. Pero tampoco tendría el menor
inconveniente en repetirme. Pues las hay, al menos así las
considero yo, realmente curiosas, interesantes, y quizá
sirvan cual ejemplo de cómo hay que afrontar problemas en
según qué momentos de la vida. En este caso, se trataba de
una vida futbolística. Luis Jacas Salvador, en cuanto me ha
visto, lo primero que ha hecho es darme un fuerte abrazo de
parte de Juan Riera; quien siempre me distinguió con su
amistad y tuvo detalles que siguen situados en sitio
preferente de la alacena de mi memoria. Luego, me ha
entregado un obsequio que, viniendo del propietario del
Restaurante Casa Alfredo, he recibido con enorme
satisfacción. Ojalá Juan que pudiera aceptar tu invitación,
una vez más, pero hay obligaciones que me impiden estar
contigo y con los tuyos, como sería mi deseo, en esa Ibiza
donde pasé dos años insuperables.
Viernes. 1
Decido darme un baño en la piscina del Hotel Parador La
Muralla. Reina un ambiente estupendo. Y, como en el verano
anterior, vuelvo a coincidir con Carmen Figuerola.
Con la que hice ya muy buenas migas entonces. Así que
tardamos nada y menos en ponernos a charlar. Conversar con
Carmen es un placer. De modo que entre baño y baño no
perdimos el tiempo. Tengo que decir, más bien repetir, pues
creo que el verano pasado lo resalté en esta página, que
pegar la hebra con CF hace imposible que el aburrimiento se
atreva ni siquiera a merodear por donde ella esté. Culta,
amena y pausada en el decir, debo confesar que me lo paso en
grande estando de palique con ella. En esta ocasión, la
charla transcurrió acerca de sus lecturas preferidas y de
sus muchas mañas como cocinera. Y a fe que hubo momentos en
los que la señora Figuerola hizo posible que me divirtiera
de lo lindo.
Sábado. 2
Cada verano, y durante los primero días de julio, me da por
ponerme a hacer la limpieza de cajones de que consta el
mueble que está situado en la salita que me sirve de
escritorio y de centro de lecturas. Hoy he decidido hacerlo.
Y en el segundo cajón, de los tres que tiene el mueble
auxiliar, me he encontrado con varios recortes de
periódicos; uno de ellos, que consta de dos páginas,
pertenece a una entrevista que le hicieron, hace ya
bastantes meses, a Roberto Saviano. Escritor italiano.
Amenazado por la mafia. Y que decía lo siguiente: “Italia es
un país malvado para vivir en él, un país feroz. ¿Por qué?
Porque lleva muchos años sin tener derechos garantizados. Al
final, lo que ocurre es que para la gente el enemigo no es
el sistema, sino el individuo que ha conseguido lo que uno
no tiene. El parado odia al que trabaja, pero no da un paso
para cambiar las cosas. Si tienes trabajo la gente se
pregunta quién te habrá recomendado. Si estás en la
televisión, piensan, ¿quién le habrá enchufado? En el 80%
por ciento de los casos es así. O sea que se sienten
legitimados para seguir pensándolo. No es algo genético, es
el funcionamiento del país”. Lo denunciado por Roberto
Saviano, a pesar del tiempo transcurrido, me sigue
pareciendo que es una frustración de la gente en toda una
Europa que es cada vez más mafiosa.
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