A todos los padres les preocupa o debería preocupar el
futuro de sus hijos y ese es el caso de José Luis y Elisabet,
unos padres que tienen dos hijos, uno de ellos con
minusvalía, y que están sufriendo el fracaso de la inclusión
en la educación ceutí.
Antes de ahondar en este asunto hay que resaltar que se
entiende por alumnado que presenta necesidades educativas
específicas el que requiera, por un periodo de su
escolarización o a lo largo de toda ella, determinados
apoyos y atenciones educativas específicas derivadas de
discapacidad o trastornos graves de conducta. Por tal motivo
se creó la ley (EDU/849/2010), en cuyos principios de
actuación se encuentra la calidad de la educación para todo
el alumnado, independientemente de sus condiciones y
circunstancias; la equidad, que garantice la igualdad de
oportunidades, la inclusión educativa y la no discriminación
y actúe como elemento compensador de las desigualdades
personales, culturales, económicas y sociales, con especial
atención a las que deriven de discapacidad; la flexibilidad
para adecuar la educación a la diversidad de aptitudes,
intereses, expectativas y necesidades del alumnado, así como
la educación en la igualdad de trato y no discriminación de
las personas con discapacidad.
Pese a todas las jornadas y congresos que se han realizado
durante todos estos años, los trabajos realizados desde el
CPR de Ceuta sobre la inclusión educativa, las leyes y los
numerosos apartados de las mismas sobre la atención
educativa a estos niños con minusvalía, muchos centros de la
ciudad todavía hoy en día no cumplen con la normativa y lo
único que provocan, tal y como denuncian José Luis y
Elisabet, la “exclusión y la discriminación por el mero
hecho de haber nacido con una minusvalía”.
Precisamente esta denuncia que hoy formula este matrimonio,
y que afecta directamente a uno de sus hijos, viene a
ratificar el estudio realizado en enero por el CERMI donde
se señalaba que, en un contexto de gran presión para los
recursos educativos, Ceuta, al igual que Melilla, favorece
excesivamente la derivación de alumnos con discapacidad a
los centros de educación especial y que la inclusión
educativa es relativamente efectiva en los primeros niveles,
pero tiene grandes dificultades a partir de la educación
secundaria.
Esta es la realidad de estos alumnos que necesitan para su
educación más medios técnicos, así como personal
cualificado, esos jóvenes que terminan la carrera de
Educación Especial, logopedia, fisioterapia, y que durante
años opositan con ganas de trabajar pero que se encuentran
en paro por no salir plazas en los centros de enseñanza.
Estos padres resaltan que la adaptación curricular, las
aulas de educación específicas para los alumnos con
necesidades específicas en los centros ordinarios, el
personal cualificado o la atención individualizada que marca
la ley “brillan por su ausencia”.
Es cierto que Ceuta cuenta con un centro de educación
especial con todos los medios técnicos y personal
cualificado y en el que anualmente hay plazas libres, pero
tal y como denuncian estos padres “no se trata de recluir
allí a todos los alumnos con necesidades educativas
específicas y fin de la historia”.
José Luis y Elisabet destacan que al igual que muchos otros
padres que sufren este problema lo único que solicitan es
“que se cumpla la ley y que se dejen de tantas palabras,
reuniones y jornadas baldías sobre inclusión”. Quieren
hechos y acciones. “Que se creen aulas para alumnos de estas
características en los centros ordinarios, contar con
personal cualificado para la atención individualizada y no
cuidadores sin titulación de los planes de empleo que lo
único que hacen es cuidar y no enseñar, que esos centros que
se denominen de integración realmente lo sean y que se
recicle al profesorado para que sepan cómo actuar con estos
alumnos”.
Todas estas reivindicaciones las hacen por el futuro de sus
hijos, para lograr que realmente el día de mañana la
sociedad los llegue a ver como iguales, que eso es la
inclusión de la que tanto se habla, y resaltan que “si no lo
logramos, toda la sociedad habrá fracasado y seguirán
existiendo en el futuro los prejuicios sociales y
discriminatorios tan solo por haber nacido con algún tipo de
minusvalía”.
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