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OPINIÓN - JUEVES, 30 DE JUNIO DE 2011

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Con sabor a despedida
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Es como se interpreta lo que dijo Zapatero y lo que le apretaron, desde la oposición, para que convoque elecciones, cuanto antes mejor.

No ha sido este el mejor de los debates sobre el estado de la Nación y no lo ha sido porque una de las partes, Zapatero, aparece en el final de lo que es estar al frente del Gobierno de este país, por lo que al empujarle desde la oposición, especialmente desde el PP y CiU, él que no ha dicho que vaya a adelantar las elecciones, aparecía como el boxeador muy tocado y tambaleante sobre el ring.

El discurso de Zapatero no venía muy a tono con las circunstancias, aunque trató de demostrar, a su manera, que muchos aspectos económicos no iban, del todo, mal.

De lo que trataba era de establecer la cuadratura del círculo, cuando sabía lo que se le iba a venir encima, en las intervenciones de Mariano Rajoy y los demás líderes que subirían a la tribuna de oradores.

Esto, precisamente, es lo que hacía que su tono de voz fuera entrecortándose, al final, en unas palabras que trató de improvisar.

Hasta ahí se había llegado y el final se iba acercando, especialmente al hablar de su “respeto por España”.

Quedaba, como colgando del debate, una despedida que sus adversarios políticos no dejaron pasar y que fueron abordando por los puntos más débiles, que hay muchos, los que dejó al descubierto el presidente.

Los líderes de los partidos políticos habían captado el mensaje, no había más que hacer, se estaba, como dijo el representante de ERC, “en los estertores de la agonía de la Legislatura”.

Es donde realmente se estaba y eso no se le escapaba a nadie, ni de los suyos, ni de los de la oposición.

Es lo único que proporcionó emoción en el discurso, discurso aburrido, monótono y que no convenció, ni al propio Zapatero.

El presidente, bueno es recordarlo, no habló de anticipación de elecciones, pero tal y como está la situación, que nadie se extrañe si es el otoño, finales de octubre, cuando volvemos a tener que acercarnos a las urnas.

He dicho “que nadie se extrañe”, por ser lo que está en la mente de todos, aunque en la de Zapatero es difícil poder entrar.

Apagado Zapatero, más hábil en el cuerpo a cuerpo, pero sin gancho. Duro y contundente Rajoy, usando unos números que trató de desmentir el presidente del Gobierno, también estuvo duro y en su línea Durá i Lleida y la que más fuerza intentó poner, en su poco tiempo, fue Rosa Díez que le insistió en que anticipe las elecciones.

Quedó claro, para todos incluso para él mismo, aunque ya veremos por qué se decanta, porque le va a costar trabajo dejar el sillón presidencial, lo que debe suceder, a partir de ahora.

Y es que uno, cuando tiene una gran carrera, puede aspirar a volver a su verdadero puesto, pero este que anda justito de todo, formación incluida, ya veremos qué línea sigue para el futuro.

Como, de alguna manera, para poder salir del paso, tenía que dejar alguna pincelada de buen talante, Zapatero aprovechó ese último debate sobre el estado de la Nación para despedirse, y no a la francesa, dando las gracias a los grupos políticos, al tiempo que expresaba “su respeto más profundo a España”.

Esto me huele a una doble imagen la del querer y la del no poder, en los momentos más complicados que ha tenido en todos los años de presidencia.
 

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