Mohamed Alí, pobre de él,
aparece en la fotografía que ilustra la información de un
medio digital de la localidad, con cara de sentirse ya
postergado como principal dirigente de la coalición
Caballas. Una coalición en la que ya impone sus criterios
Juan Luis Aróstegui y se hace su santa voluntad. Es
decir, lo que a él le sale de los dídimos.
Mohamed Alí, pobre de él, aparece en la fotografía que
ilustra la información de un medio digital de la localidad,
con expresión de idiocia causada por verse superado por un
tío que acabará llamándole tonto en cuanto un día le dé la…
vena por ahí.
La vena de Juan Luis Aróstegui es muy conocida. Así que
cualquier día se levanta y se acuerda de sus complejos y la
toma con el pobre MA. De la misma manera que a veces se echa
abajo de la cama y le pone la vajilla del desayuno bocabajo
a quien corresponda en ese momento (ay, si Carolina Pérez
se atreviera a contar lo que yo sé y que ella sabe también,
porque fue testigo de una conversación muy sabrosa que tuve
yo con unas personas en un local que ella regentaba. Pero
Carolina no está ya para muchos trotes).
Juan Luis Aróstegui es un tipo sometido a estados de ánimos
que le impulsan a actuar de forma poco racional. Así que ha
vuelto a mostrarse ante los periodistas en su estado más
deprimente. Dominado por la ofuscación. Y es bien sabido que
cuando a este tío se le ofuscan las entendederas más de lo
normal, acaba dando la impresión de haber tenido pocos
momentos placenteros en su vida.
Juan Luis es tan mustio, tan triste, tan carente de lozanía,
que ha terminado contagiando su infinita melancolía a
Mohamed Alí. En la fotografía que ilustra la información de
un medio digital local, se nota palpablemente que el otrora
dirigente principal de la UDCE es ahora mismo un mandado. Un
muchacho resignado a su suerte; alicaído y entregado al
servicio del secretario general de CCOO. Quien le ha comido
la… moral y lo tiene a su disposición. Más bien haciéndole
de chiquillo de los recados.
Juan Luis Aróstegui, perejil de todos los guisos, tiene
metido entre ceja y ceja al editor de este periódico,
mientras se da el pico con el otro; o sea, con “el
garbancero”. Que es el sobrenombre con el que él bautizó al
editor del periódico añejo. A pesar de que “el garbancero”
ha dicho siempre que todos los negocios que le propuso a
Aróstegui salieron a pedir de boca.
Eran los tiempos en que Guillermo Ortega, redactor de
Europa Sur, denunciaba situaciones de corrupción en el
Ayuntamiento de Ceuta. Obra en mi poder la página publicada
en aquellos tiempos.
Pues bien, Aróstegui, dentro de unos días va a tener la
oportunidad de demostrar que tiene dídimos suficientes para
denunciar un hecho que se puede producir. Eso sí, ese día,
cuando se siente frente a los periodistas, para darles la
tabarra, una vez más, en vez de mencionar el nombre del
editor de este periódico, tendrá que referirse al otro. Al
del periódico añejo. Vamos, al garbancero, según lo apodó
él.
Ah, espero que Mohamed Alí deje la cara de lelo en su casa.
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