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OPINIÓN - VIERNES, 24 DE JUNIO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Profesional de la cizaña
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

No tiene arreglo. Está demostrado que su encono contra la sociedad ceutí, perteneciente a la religión católica, es tan grande como para que no pierda ocasión de maltratarla todos los días y fiestas de guardar. Su fobia contra quienes profesan la fe en Cristo, aunque sea más por tradición que por religiosidad, es realmente digna de estudio por si merece atención adecuada.

Ni siquiera le exime el complejo de culpa: haber nacido en el seno de una familia carlista. La que lo reducía todo a Dios, Patria y Rey. Por más que esa forma de pensar, con todos mis respetos, era como para no sentirse muy contento. Ya que los fanatismos son siempre muy peligrosos. Máxime cuando se mezclan religión y política.

Juan Luis Aróstegui no entiende que la maldad que viene empleando contra Carolina Pérez es tan innecesaria como peligrosa. Pues está alentando un odio cerval contra ella. Cierto es que a Carolina se le fue la olla durante su intervención en el Senado. Pero –creo- ya ha recibido suficiente castigo. Por lo cual no hay motivo alguno para seguir cebándose con la exdiputada Persiguiéndola sañudamente. Probando a ver si es posible que Pérez se arrugue hasta extremos insospechados. Conviene decirlo. Por lo que pueda ocurrir.

Como me conviene a mí decir lo siguiente: llevo muchos años sin cruzar una palabra con Carolina Pérez. Desde que un día se molestó porque yo publiqué unas declaraciones que me hizo y que estaban grabadas. Lo que no me impide a mí romper una lanza por ella.

También lo haría en el caso de que Aróstegui se convirtiera al Islam. Vamos, si decidiera abrazar esa religión. Si ello ocurriera, por qué no, yo sería el primero en salir en su defensa. Ya que, seguramente, habría otras personas que no dudarían en dedicarle denuestos violentos.

Siempre y cuando, claro es, Aróstegui no usara su religiosidad para dividir a musulmanes y cristianos. Que es lo que viene haciendo sin descanso; tal vez porque su condición de ateo le incita a enfrentar a dos culturas distintas pero acostumbradas a vivir en paz. La paz que a veces se rompe por meteduras de pata de algunos miembros de ambas confesiones. Nada que no suela ocurrir en las mejores familias.

El ateo, Aróstegui, no cesa de llamar racistas a todos los ceutíes que han votado al PP y a los demás partidos que no sea el suyo. O sea, el partido que antes era liderado por Mohamed Alí. El ateo, por la gracia de Dios, no tiene el menor empacho en volver a recordar que innumerables ceutíes siguen dando muestras de racismo a cada paso. Y se queda tan pancho.

Aróstegui, ateo que está en su derecho de serlo, de la misma manera que lo estará cuando decida abrazar la religión islámica, por qué no, no ceja de cizañar entre culturas distintas pero acostumbradas a compartir muchas cosas. Y ha de ser tenido en cuenta su impulso desestabilizador. No vaya a ser que, cuando haya necesidad de decirle basta, sea tarde.

Aróstegui ha vuelto a dar la nota. Y es que su odio hacia los cristianos, fundamentado en el aborrecimiento por no votarle, le manda acusar a estos de racistas, nuevamente. Que Dios nos libre de su vesania. Amén.
 

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