Recojo a mi chico pequeño de la
escuela, último día, mientras mis otros cinco hijos, ya
mayores de edad, siguen con lo suyo.
Le pido a la directora las notas de evaluación y me responde
que hasta la semana que viene no podrá dármelas. Bueno.
Mi chico me mira con una sonrisa de esas “de muy pillo” con
lo que me levanta las dudas.
Por estas tierras catalanas, poblada por moros y negros más
que por catalanes –al menos siempre los veo por las calles-
se ha abierto un debate sobre los fracasos en la escuela
primaria.
Irene Rigau, recién ocupado su cargo de ‘Consellera
d’Educació’, echa la culpa de este fracaso a la Universidad
porque los catedráticos deben asumir que están enseñando a
los futuros profesores.
Bueno Irene, con tantas ‘play statios’; ‘nintendos’; ‘games’;
‘correbous’, etc., ¿cómo quiere que los chavales presten
atención a los mamotretos, que suelen comprar los padres por
imperativo educacional, y viendo el panorama que presentáis
en su futuro?
Cierto es que los jóvenes de ahora, los niños también, se
están volviendo más gandules, más irresponsables y más
criticones… ¿por qué?
La escasa atención de algunos padres, agravada por estar en
el paro en muchos casos; las tentaciones que les ofrecen los
medios de comunicación publicitarios; las escenas cotidianas
que la prensa y televisión les ofrece de manera visual
irrefutable…
Pesa mucho que nuestros gobernantes decidan elevar la tasa
universitaria un 7,6%, con lo cara que está actualmente, y
ello dificulte el acceso de cientos de miles de alumnos con
aspiraciones.
Este frontón, donde se estrellan muchas aspiraciones,
fomenta la idea de nuestros jóvenes de que no merece la pena
seguir estudiando, si ni sus propios padres son capaces de
sufragarles los estudios.
La política económica de la derecha catalana, actualmente en
el poder, implica que los hijos de papá seguirán sonriendo
cuando ese papá se vaya al otro mundo: rebajas de impuestos
sobre donaciones y/o sucesiones; títulos obtenidos con menos
notas de lo que son necesarias para obtenerlos (merced a
ciertas prácticas conocidas como tráfico de influencias. No
me digan que no).
Todos sabemos que, digamos sin ánimo de ofender, los pobres
son en realidad quienes más provecho sacan de los estudios.
Pero no se los pueden permitir por eso mismo: por ser pobre.
Insistiendo sobre lo del tráfico de influencias (muy usado
por la derecha española), pongo un ejemplo muy claro: la
popular Alicia Sánchez-Camacho solicitó directamente a la
‘Consellera’ la educación bilingüe para su hijo…,
olvidándose, adrede o inocentemente, que debía dirigirse a
la directora de la escuela donde acude su hijito. La
educación, en Catalunya, es bilingüe por ley y si la pepera
quiere que la enseñanza de su hijo sea en castellano… en la
misma escuela le proporcionan la atención individualizada
como prevé la ley.
Aunque sea adrede o inocente (¿quién podría confiar en un
político inocente?) esa petición, yo la encuadro en
intenciones de llamar la atención y salir en portada, cosa a
la que muy aficionados son los políticos de derechas,
traducido en culto a la personalidad.
Con el invento de los MIR educadores, bueno deberíamos
cambiar estas siglas por la de EIR, se sacan de la manga que
la matrícula universitaria se podrá pagar en cómodos plazos
mensuales, así cubrirán escalonadamente los sueldos de estos
EIR ¿no?
Por otra parte, el secretario de Universidades, Antoni
Castellà, transformará parte de esa cuota en becas que
financiará el acceso de alumnos con menos recursos ¿círculo
vicioso? ¿Por qué no hacen gratuito el acceso a esta clase
de alumnos? Tanto follón burocrático no está claro. Tú pagas
pero te la devuelve con un simple cambio: tasa por beca
¿entonces?
Lo malo es que los alumnos que suspendan dos veces una
asignatura deberán pagar un 60% más caras estas materias ¿No
te jode, si el que paga es el/la progenitor/a?
En fin, la vida sigue, yo también.
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