Los datos apuntan a que el Centro
de Estancia Temporal de Inmigrantes sufrirá un serio colapso
si la bolsa de más de 300 subsaharianos por los montes
próximos a Ceuta y los más de 200 contabilizados esta semana
en Tetuán aprovechan la benevolencia de la climatología y
continúan con los ‘asaltos marítimos’ a las aguas de la
ciudad, sabedores como lo son de que la Guardia Civil no
puede ya, como sí hacía antes, devolver a la orilla marroquí
a los irregulares recogidos en el mar a sólo 300 metros de
su ribera aunque ya en aguas españolas. Es el goteo
permanente que saturará por exceso de presión a Ceuta.
Marruecos, aunque mantiene operativos de lucha contra la
inmigración no asume con contundencia su papel comprometido
con Europa. Y más aún, en 1992 España y Marruecos
establecieron un acuerdo bilateral, vigente, relativo a la
circulación de personas, el tránsito y la readmisión de
extranjeros entrados ilegalmente, en su artículo 1 expresa
literalmente: “Las Autoridades fronterizas del Estado
requerido readmitirán en su territorio a petición formal de
las Autoridades fronterizas del Estado requirente a los
nacionales de países terceros que hubieren entrado
ilegalmente en el territorio de este último procedentes del
Estado requerido”. La situación tornará a insostenible si en
los próximos días, o semanas, el flujo no se ve frenado
totalmente. En el CETI, con capacidad para albergar a 512
inmigrantes como máximo por su capacidad y recursos, ya hay
509, es decir ya se está en el límite peligroso. El mar es
la mejor vía hallada por los irregulares y las redes que los
mueven para alcanzar con éxito el objetivo de entrada a
España, de entrada en Ceuta. La Guardia Civil se convierte
en mero receptador sin capacidad operativa porque así se le
ha sido ordenada desde Madrid. Allí, desde los cómodos
sillones de la Dirección General y del Ministerio se ve la
inmigración de otro modo, pero sin pensar en cómo afecta a
Ceuta.
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