Lunes. 13
Día festivo. Me recluyo en mi casa. Me llama un socialista
de los de verdad. Pues lleva toda su vida militando en el
partido. Y dando siempre muestras de buen hacer en todos los
aspectos. Así que nos enrollamos por teléfono. Y no tarda en
surgir la conversación sobre el mal momento económico que se
está viviendo en el mundo. Suena la palabra capitalismo. Y
comienza a definírmelo. Lo escucho atentamente. Y, cuando me
toca intervenir, le digo lo siguiente: Para mí el
capitalismo es sólo un sistema económico que viene
acompañado de un sistema social y de un sistema político: no
siempre democracia. Sistema social: valores. Sistema
político: no siempre democracia. “¿Cuál es, entonces, la
combinación mejor”, pregunta mi interlocutor. Según deduzco
de mis lecturas, y de lo que les he oído decir a quienes
saben del asunto, la del capitalismo con democracia, le
respondo. “¿Me lo puedes aclarar mejor?, dice él. Claro,
cómo no. Mira, capitalismo y democracia ha resultado ser
-hasta la fecha- la mejor manera de ir corrigiendo los
propios errores, de ir cambiando sin violencia. La
democracia sigue siendo el debate permanente de todos los
temas. La democracia significa sucesivos procedimientos de
ensayo y error. Democracia equivale a sistema que permite la
corrección de sus fracasos. Democracia, entre otras más
cosas, no es sólo “ley de mayorías” sino también “respeto a
las minorías”. Y, por último, no es fácil hacer posible que
la democracia se mantenga lozana. Ya que las venalidades y
las injusticias están arraigadas en todos los regímenes.
Martes. 14
Con Alfonso Conejo me encanta hablar. Hace ya muchos
años que nos presentaron y, desde entonces, nunca hemos
desaprovechado la menor oportunidad para pegar la hebra.
Siempre, pero siempre, tenemos algún asunto para analizarlo
de pe a pa. Nuestras buenas relaciones vienen de lejos y se
mantuvieron, incluso, cuando Alfonso estuvo ejerciendo como
autoridad de primera fila. Nunca un mal gesto. Nunca un
desaire. En todo momento educado. Mi estimado Alfonso dio
muestras en todo momento de saber estar. De Tener maneras.
Que diría Antonio Rallo (por cierto, llevo ya mucho tiempo
sin saber de él). Hoy, Alfonso Conejo estaba eufórico.
Acababa de arribar a Ceuta procedente de una ciudad en la
cual su hija había dado a luz. Es decir, que mi amigo es ya
abuelo de cuatro criaturas. Así que sale a dos nietos por
hijo. Felicidades le deseé a mi amigo.
Miércoles. 15
A Vicente Matoso lo veo de tarde en tarde. Cuando
años atrás, debido a que trabajábamos en la misma empresa,
teníamos contactos diarios y durante muchas horas. Las que
solíamos compartir en armonía. De ese tiempo, en el cual nos
entendíamos a la perfección, nació una amistad que aún
perdura. Por más que ahora no podamos frecuentarnos en la
medida que ambos quisiéramos. A mediodía, de este miércoles
ya caluroso, nos vemos, por casualidad, y Vicente me dice
que va a comprarle un regalo a su hijo. Le noto satisfecho.
Le pregunto por el motivo y va y me dice: “Mira, Manolo,
mi hijo tiene dieciocho años. Y es un gran deportista. Juega
a waterpolo en el Canoe. Y no hace falta que te diga la
enorme ilusión que me está proporcionando”. Y allá que ambos
nos ponemos a charlar de lo divino y lo humano. ¡Qué alegría
me causa ver a un padre disfrutando de la forma de ser un
hijo que ha optado por ser, en este caso, un deportista
destacado! Ojalá que Vicente Matoso Alguacil, hijo de mi
amigo Vicente, consiga todos los logros deportivos a los que
aspira en buena lid.
Jueves. 16
Ángel Gómez lleva ya mucho tiempo sin ejercer de
Superintendente de la Policía Local. El tiempo que lleva
siendo director de Protección Civil. Ángel Gómez y yo
tuvimos, durante cierto tiempo, nuestras diferencias.
Debidas a que alguien trató de enfrentarnos con mentiras que
a él le causaban desazón. Una inquietud absurda. Diferencias
que logramos superar a base de buena educación y de falta de
rencor. No sin antes padecer ambos inconvenientes
desagradables, en grado extremo. Hoy nos tropezamos muy
cerca del edificio municipal y nos ponemos a charlar. Va
acompañado por Castillo. Un policía local al que, cuando
apenas había cumplido los dieciochos años, hice yo debutar
en la Agrupación Deportiva Ceuta, en el Murube, en un
partido que perdíamos por tres a cero, en el primer tiempo,
y que logramos ganar por 4 a 3 en la segunda parte. Metidos
en conversación, a mí se me ocurre decirle a Ángel Gómez que
me da en las pituitarias que, más pronto que tarde, puede
que lo veamos otra vez en su puesto de superintendente de la
Policía local. Y doy fe de que la cara se le ilumina.
Viernes. 17
Disfruto conversando con dos amigos. Surge el nombre de
Germán Borrachero. Y me vuelco en elogios hacia él.
Recuerdo sus palabras, cada vez que se hablaba de lo
necesario que era que Ceuta contase con una Universidad. La
Universidad hará posible que esta ciudad cuente con mejores
ciudadanos, en todos los sentidos. De pronto, se acerca un
Fulano a saludarnos. Y sin que nadie le dé bola para ello,
no duda en meterse en “un jardín”. Sí, se complica la vida
hablando mal de ese tipo que lleva ya más de veinte años sin
doblarla como liberado en Comisiones Obreras. Me refiero al
tipo del lunar en la mejilla, más bien verruga, que no sabe
de qué manera hacerle cosquilla en el orto a Juan Luis
Aróstegui. Y uno, que no admite que se hable mal de
nadie, no estando presente, le para los pies al Fulano que
no duda en decirnos que el tío del lunar, creo que en la
mejilla izquierda, más bien verruga, era más de derecha que
Carrero Blanco. Inmediatamente, intervengo para salir
en defensa del sindicalista liberado, perteneciente a CCOO,
y que tiene un lunar en la mejilla, más bien una verruga,
diciendo que todo el mundo tiene derecho a evolucionar. Por
más que el tipo de CCOO pueda resultar dañino para la vista
de cualquier persona decente. Uno es así.
Sábado. 18
Hace ya más o menos dos años. Me llamaron de cierta
televisión para preguntarme por algunas situaciones que se
vienen dando en esta ciudad. Mi interlocutor quería contar
conmigo porque le habían dicho que yo estaba muy al tanto de
asuntos que bien podrían explicarse ante las cámaras. Los
dineros que me ofrecía eran apetitosos. Pero tuve el buen
gusto de decirle, con todo respeto, que no. Que yo prefería
seguir combatiendo en esta jungla local. Observando a
distancia las actuaciones de ciertas personas a las que les
seguían oliendo la boca igual que el culo. Y le hablé de un
sujeto, por ejemplo, que sigue sin aceptar sus
protuberancias; como también le referí el caso de una
periodista, sin mencionar su nombre, como tampoco lo hice
con el de las protuberancias, a la que por lavarse poco y
mal le huelen los bajos de cojones. Dejé que mi interlocutor
dejara de reírse, por mi forma de expresarme, y, cuando ello
ocurrió, fue y me dijo: “De la Torre, ahora tengo más
interés en contratarle”. Le di las gracias, y volví a
decirle que no estaba dispuesto a trabajar para ellos. Hace
apenas nada, la misma persona volvió a la carga. Y otra vez
me he negado. Debo estar de moda. A mi edad. Porque también
he sido requerido para que le dé vida a una columna
atractiva, en una página de Internet. No. De ningún modo es
la que usted piensa. Aquí hay dinero. Les responderé que no.
Que, de momento, seguiré en este medio. (Por cierto, dado
que hoy celebramos el Día E, la fiesta de todos los que
hablamos español, estoy leyendo, una vez más, a Quevedo.
Y, sin ánimo de pedantear, debo decir que tengo decidido
usar sus mejores expresiones para dedicárselas a un tío que
no escarmienta. Luego, claro es, cuando el tío se siente
tocado de un ala, sale gritando: “¡Justicia! ¡Condenen a mi
ofensor!”. Ji, ji… Ja, ja… Con las protuberancias se pierde
la racionalidad).
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