Lebou Kabuya tiene 24 años, procede de la República
Democrática del Congo, ha permanecido en el Centro de
Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI) casi un año y
ahora reside en la península desde febrero, aunque su viaje
aún no ha finalizado ya que, en estos escasos meses, ya ha
pasado por Córdoba, Pamplona, Sevilla y País Vasco (San
Sebastián). Con apenas 21 años abandonó su hogar, su
familia, su país, y tomó las riendas de una vida que no se
le ha presentado fácil pero ante la que no se rinde, tal vez
sea por sus fuertes creencias religiosas, “mi Dios siempre
me acompaña”, confesaba.
Estos tres últimos años la concesión y pérdida de diversos
documentos le ha jugado malas pasadas; engaños de las
mafias, cambios legislativos, promesas incumplidas pero, a
pesar de todo, la lucha constante ha sido su mejor carta de
presentación allá por donde ha pasado, aprovechando cada
buen gesto para seguir forjando su historia. En Ceuta,
obtuvo el Diploma de Español como Lengua Extranjera (DELE),
en Sevilla está recibiendo clases de castellano, cocina, y
formación para el cuidado de personas mayores gracias a las
oenegés que poseen “su tutela”. Y está empadronado en San
Sebastián, “en un piso de un amigo que yo conocí cuando
estuve en Ceuta”, recordaba echando la vista atrás por esos
buenos momentos que ahora le brindan esperanza.
Pero todo esto, que él no ha elegido, le ha tocado, lo
resume muy brevemente: “En Africa hay un problema de
injusticia; si no tienes familia con influencia o con mucho
dinero, no puedes denunciar alguien como un general”, motivo
por el que tuvo que huir de su país.
Su historia
Lebou Kabuya dejó el Congo por un “problema político”.
Trabajaba en el Ministerio de Defensa de su país como
“electrónico” y se encargaba del mantenimiento, “nos
llamaban ‘perci civil’”, explicaba. Un día hubo un robo y le
denunciaron, por lo que estuvo detenido una semana en una
“célula en la que me maltrataron mucho, sin tener derecho a
un abogado y sin que mi familia me puedira visitar por algo
que no hice”, lamentaba.
Una semana después, los agentes del Servicio de
Investigación detuvieron a dos militares con una de las
máquinas robadas en el Ministerio, uno de ellos, hermano del
comandante general. “Una mañana vi al general, se llamaba
Kalume; vino a la célula y me comentó que si quería salir
tenía que aceptar que colaboré con este militar para sacar
los aparatos en el Ministerio porque el comandante quería
salvar la vida de su hermano y echarme toda la culpa a mí.
Como no tenía otra solución, que era una trampa para
inculparme en la justicia, la misma noche vinieron dos
militares a la célula a recogerme pero con la condición del
general Kaluma de que al día siguiente debía ir a la Policia
para denunciarme”, relataba. Cuando llegó a su casa y
comentó a su madre lo ocurrido ella le aconsejó que no
aceptase y “me dio la idea de escaparme a Congo Brazzaville.
Allí no estaba seguro porque estaba muy cerca de nuestro
país así que estaba obligado a irme porque no tenía a nadie
para defenderme y no tenía dinero suficiente para tener
abogado y permanecer allí”, acentuaba, melancólico, el joven
inmigrante.
“Pacto con el diablo”
Así calificaba el joven congoleño el trato con las mafias
que supuestamente le asegurarían un futuro en España y sólo
aprovecharon el engaño para “venderme documentos falsos por
mucho dinero y subirme en una balsa con desconocidos” que,
al igual que él, sufrían los caprichos del destino hasta que
aterrizó en el CETI. “Me han tratado muy bien; consiguieron
que saliera de Ceuta después de que me quitaran mi ‘tarjeta
amarilla’. Gracias al director, profesores y Cruz Roja ahora
tengo un pasaporte, estoy empadronado y he vuelto a tramitar
la petición de asilo”, confesaba. En septiembre Lebou espera
regresar a San Sebastián, reglar toda su documentación y
buscar un trabajo. Tiene claro que quiere vivir en España y,
por eso nunca se da por vencido. Su guitarra como compañera
de rutas, las letras de sus canciones como biografía, y la
fe que mueve montañas como el sustento vita han hecho
posible que Lebou pueda reconsrtruir una vida que no ha
elegido, como no han elegido millones de inmigrantes y que
mañana, Día Mundial del Refugiado, reivindicará, junto a
millares de extranjeros en el mundol, “protección y
seguridad”.
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EAPN prepara dos jornadas de puertas abiertas para
conmemorar el Día del Refugiado
Con motivo del Día Mundial del
Refugiado, la Red de Lucha contra Pobreza y la Exclusión
Social de Ceuta (EAPN) ha preparado dos jornadas de puertas
abiertas para concienciar y sensibilizar a la ciudadanía.
Por ello, mañana, desde las doce de la mañana, la Plaza de
los Reyes se convertirá en el escenario de muestra de la
población inmigrante de la ciudad que enseñará a los ceutíes
bailes, danzas, música, artesanías y todo lo relacionado con
sus países de origen además de relatar sus historias
personales a quienes lo deseen. Pero las actividades no
quedarán ahí ya que el martes el CETI abrirá sus puertas al
público con visitas guiadas por el centro, proyección de
documentales así como exposiciones fotográficas cedidas por
ACNUR y otras tomadas en la ciudad.
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