El pasado miércoles día 8 publicaba una opinión en este
medio que se titulaba ‘A por el escarabajo pelotero’; en él
los ceutíes que amablemente tuvieron el interés de leerlo
recordarán que me quejaba de la obra realizada en la zona
del Quemadero donde se habían derribado árboles “a base de
palas excavadoras dentro de unas obras mastodónticas que
veremos dónde acaban y cómo acaban”. Al margen de la crítica
política, que no técnica, citaba a Septem Nostra, a la que
reprochaba su “ausencia” de postura respecto a tal asunto,
tanto a la hora de hacer una comprobación de los hechos como
de realizar una voluntaria valoración de los mismos.
Razonaba en aquella opinión que el motivo del tal “ausencia”
se podría deber a que Septem Nostra estuviera “subvencionada
por la Delegación de Gobierno y la Ciudad Autónoma”. Incluso
iba más lejos en mi opinión al señalar que quizás no pasaran
por allí al no existir en el lugar ninguna ‘lapa ferruginea’
de la que hacer el estudio pertinente “para facturar o dar
conferencias sobre un tema aparentemente análogo como el que
se estaba realizando ese mismo día sobre las lapas
amenazadas del litoral de Ceuta”.
La organización ecologista respondió a tal opinión en otro
periódico ceutí dentro de sus colaboraciones habituales y
dedicando al menos cinco veces más espacio para contestarme
del que yo había dedicado a opinar sobre ellos. Firme
defensor del derecho de réplica, no voy a privar a aquellos
amables lectores de mi opinión del pasado día 8 en este
periódico de lo que argumentaba Septem Nostra en un texto
cinco veces superior al mío, insisto, y publicado en su
periódico de referencia.
Lo primero que hace Septem Nostra al inicio del texto contra
lo publicado por mi es disertar sobre las “tribunas de
opinión”, a lo que dedica del orden de 40 palabras. Yo se lo
zanjo en menos: Opinar no es decir lo que se cree, sino lo
que se sabe. Me bastan trece. Seguidamente, Septem Nostra
entra en una obsesión: “Como es habitual (sic), para nuestra
desgracia (el poner en duda los valores de la Asociación)
proviene del mismo medio de comunicación habitual. Nos
referimos al periódico El Pueblo de Ceuta”. Craso error. En
mis siete años en Ceuta no recuerdo haber escrito una
opinión que citase a Septem Nostra. Esta es la primera vez.
Muy al contrario, han sido numerosas las veces que en el
ámbito de la información he participado en aquellos
acontecimientos de interés divulgativo de la organización
ecologista. De lo que yo soy responsable Septem Nostra no va
a culpar a esta cabecera, donde trabajan con ilusión muchos
profesionales y que nada han hecho ni dicho contra Septem
Nostra. Septen Nostra se ha equivocado. Para obsesiones
mediáticas no necesitan moverse del periódico donde hacen
sus colaboraciones habituales.
La referencia temeraria a esta cabecera donde, insisto,
trabaja gente excelente, me lleva a plantarles cara al nivel
que no deseaba: frente a sus reivindicaciones ecologistas de
informes en papel, conferencias con cartel y según dicen
ustedes sin aporte de dinero público: (“ecologismo
pragmático y conciliador”, dicen en su réplica), periodistas
como este que escribe han llegado casi hasta jugarse la vida
en durísimos escenarios de defensa del medio natural sobre
los que era necesario informar. Cuando ustedes ni siquiera
existían como organización de “ecologismo pragmático y
concilador” a este periodista, junto a algunos otros
profesionales de la información y a activistas del
ecologismo no “feliz”, como ustedes afirman que desean ser,
les disparaban desde la cubierta de un barco esquilmador de
recursos marinos. Un escenario que llevó a que tuviera un
grave accidente sobre una de las lanchas de Greenpeace en
aguas internacionales. Cuando ustedes preparaban su
estructura de “organización” este periodista, junto a su
compañera y también periodista Tamara Crespo recorría las
Islas Galápagos en pateras y a caballo para conocer las
múltiples agresiones que sufrían las islas de Darwin, lo que
dio origen a varios reportajes que acabaron publicados tanto
en un anuario como tema destacado del año como en el
suplemento dominical de un periódico editado por PRISA.
Viaje a las Islas Galápagos no subvencionado, ni apoyado por
las instituciones y pagado con nuestro sueldo de
periodistas, por cierto.
Ustedes pueden seguir intentando hacer chistes con dibujitos
ilustrativos como el que apoya su opinión contra la mía, y
en el que, por cierto, se vuelven a confundir los géneros
periodísticos, denominando “noticia” a lo que no es sino una
opinión. A su “organización cultural” la Delegación del
Gobierno y la Ciudad Autónoma dicen ustedes que no les dan
subvenciones ni ayudas con las que pueden hacer su labor
“divulgativa”. Les felicito por lo que puedan disfrutar con
ello. Muchos periodistas no hemos gozado, desde luego, de
tal prerrogativa (la de tener subvenciones y ayudas), más
bien hemos tenido muchos problemas en realizar nuestro
trabajo y una vez hecho, en poder “divulgarlo”.
Entiendo perfectamente, por lo tanto, que se encuentren a
gusto en su periódico de cabecera y hayan atacado a este
medio con la excusa de haber publicado una opinión de la que
yo soy responsable; opinión en la que preguntaba dónde
estaban ustedes cuando se tiraban los árboles con
excavadoras en el Quemadero.
También les veo muy sueltos en sus citas intelectuales con
las que pretenden hacer referencias de réplica. Miren,
queridos amigos (por qué no) de Septem Nostra, este modesto
periodista hace ya casi 20 años estaba en un avanzado
seminario de semiótica titulado “De la naturaleza a la
cultura” con ponentes de las Universidades de París III,
Sorbonne Nouvelle; de Texas (EEUU) y Ámsterdam, con lo cual
permítanme que no recurra a las mías.
No tengo ningún inconveniente en trasladar a aquellos
amables lectores que siguieron mi opinión en este periódico
una réplica suya. Sobre las subvenciones ustedes dicen que
la “relación” que se hace en mi artículo (en realidad
opinión) “entre subvención y silencio” es “malintencionada y
difamatoria”. Recogido queda por mi parte, y como tal sujeto
a la opinión respetable de los lectores. Ustedes, a cambio,
creo entender que se revuelven contra lo expresado por mi de
la siguiente manera: “Nos gustaría recordarle al autor del
artículo (opinión) que es usted el que percibe un sueldo por
escribir sus artículos (otra vez,…artículos no, opinión sí)
y ejercer su profesión periodística desde un medio que como
todos (sic) está subvencionado por las “arcas municipales”.
Es de agradecer que ustedes digan que escriben sus opiniones
habituales en un periódico subvencionado. Interesante el
dato. Ustedes perdonen… pero ¿me están reconociendo que
Septem Nostra hace opinión en un periódico subvencionado?
¿No se quejarán…? No tengo ningún inconveniente en pedirles
disculpas. Ustedes perdonen. Nada…, lo siento. No volverá a
suceder.
Tenía una denuncia medioambiental y he llamado a la puerta
de Septem Nostra. Una puerta equivocada a la que seguiré a
partir de ahora desde otra perspectiva.
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