Me presentan a un funcionario,
nacido en Cádiz, pero que lleva ya muchos años viviendo en
Ceuta. El cual se declara lector de este periódico. Sí, el
de la franja verde, y cuyo editor tuvo los dídimos
suficientes para no festejar la llegada del GIL, cuando los
del periódico añejo, sus colaboradores de cuello duro y
secretario general de un sindicato que presume de no reírle
las gracias a Juan Vivas, se desvivían por arrimar el
culo con Antonio Sampietro. Porque el trasero de éste
olía a dinero que apestaba.
A lo que iba, que si no me pierdo en digresiones de tres al
cuarto, el funcionario me pregunta si es verdad que yo
discrepo de Vivas en cuanto lo creo conveniente. Y que,
según ha oído, en esos momentos se me nota un tufillo de
fobia hacia su persona.
Y dado que yo suelo responder a casi todas las preguntas que
se me hacen, salvo que quien pregunte lo haga sin dar prueba
alguna de buena educación, le respondo que sí. Que a mí
nadie puede exigirme que en mis ratos de ocio yo tenga que
alabar la forma de ser de un señor a quien creo conocer bien
y desde hace mucho tiempo.
Y el funcionario, nacido en Cádiz, aunque lleva ya la tira
de tiempo viviendo en Ceuta, aprovecha mi respuesta para
hacerme la pregunta del millón: “Entonces, ¿por qué razón no
expresa usted ese malestar contra el presidente en sus
columnas?”.
Y, claro, me pone la contestación a huevo: porque yo jamás
mezclo mis simpatías o antipatías personales con las
actuaciones profesionales de nadie. Y en este caso, no iba a
dejarme llevar por la excepción. Y, desde luego, tampoco soy
tan ingenuo como para tratar de ponerme a cada paso en
contra del editorial del periódico que usted dice leer todos
los días.
Pero ahora me va a permitir usted, lector de “El Pueblo de
Ceuta”, que le diga lo siguiente: Vivas es un gran
comunicador. Una cualidad que jamás podría yo negarle ni por
mor de esa fobia que me achacan tenerle. Cualidad a la cual
se le viene atribuyendo buena parte de sus éxitos
electorales. Y con la que yo estoy de acuerdo. Pero… He aquí
el pero adversativo. Y es así, simple y llanamente, porque
no entiendo las razones que hay para no reconocerle a Vivas
una muy respetable inteligencia. Pues me cuesta trabajo
comprender que se pueda convencer a una mayoría de
ciudadanos con la palabra sin estar dotado de un
extraordinario sentido común. De un apabullante sentido
común, que ya se sabe lo poco común que es.
El funcionario, nacido en Cádiz, pero que lleva un mundo
viviendo en esta tierra, quiere meter baza, nuevamente. Pero
yo le digo que antes me deje acabar la columna.
Mire usted, lector de “El Pueblo de Ceuta”, es bien sabido
que cuanto más años gobierna una autoridad más difícil
resulta quitarle el poder, y mucho más si gobierna por
mayoría absoluta y con la oposición anulada. Una oposición,
como es el caso de la coalición Caballas, que en vez de
dedicarse a solucionar sus problemas internos -de lo
contrario, veremos todo el año indispuesta a Fatima Hamed-,
está propalando que cuenta con el apoyo de todos los
técnicos del Ayuntamiento. Ya que todos ellos han decidido,
parece ser, ponerse a las órdenes del hombre que anda
jactándose de ser el único que no le reirá las gracias a
Vivas. Para tenerle al tanto de no sé qué…
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