El periodismo es “estar, inevitablemente, en primera línea
de la información”, asegura el fotoperiodista de EL PUEBLO
Fidel Raso (Sestao, Vizcaya. 1953). Sabe lo que dice, lleva
casi siete años trabajando en Ceuta, con un pequeño pero
intenso paréntesis en Melilla. Es licenciado en Periodismo
por la Universidad del País Vasco, dio sus primeros pasos en
Diario 16, donde cubrió gráficamente, junto a Ricardo Arqués
y Melchor Miralles, la investigación del caso ‘GAL’. En 1997
fue el editor gráfico del diario Expreso de Ecuador y ha
recorrido, con su cámara y sus cuadernos de notas como
aliados, zonas como Moscú, Ciudad del Cabo, La India,
Oriente Medio... Fue, además, durante tres años, el
responsable de fotografía de El Día de Valladolid.
Es, precisamente, de su etapa en ese medio, la fotografía
que recoge el libro 15 años de los premios de Periodismo,
coordinado por Saray Maestro y editado por la Diputación de
Valladolid. Este libro, presentado el viernes en un acto que
tuvo lugar en el Palacio de Pimentel, en la capital
castellanoleonesa, recoge los reportajes y fotografías
premiados por la Diputación de Valladolid desde 1996, así
como las imágenes y trayectorias de los que han hecho
posible que todas estas historias lleguen a los lectores.
Es el caso de los premios que recayeron, en el período
2000-03, en la sección fotográfica de El Día de Valladolid;
entre ellos, el que recibió Fidel Raso por una fotografía en
la que aparece María del Mar Texeira asomada a una ventana,
con la escopeta con la que había matado, minutos antes, al
tío y al padre del novio de su hermana. Aquella fue una
historia de ‘Romeos y Julietas’ en la que la relación
sentimental de una pareja de dos clanes gitanos diferentes,
los Teixeira y los Ferreruela, acabó en tragedia.
“Me desplacé agachado, escondido entre los coches aparcados
junto a la acera y llegué rápidamente hasta la altura del
edificio donde se suponía que habían tenido lugar los
disparos. Esperé vigilante unos minutos escondido entre los
coches cuando, de repente, se asomó a la ventana una joven
con un arma. Al ver aquello me puse de pie rápidamente y
aproveché el techo del coche que estaba junto a mi para
apoyar mi teleobjetivo. Cuando tuve a la mujer dentro del
visor apreté el disparador de la cámara”, explica Raso
recreando el instante fotografiado.
Aquella imagen le valió un galardón. No le da demasiada
importancia, destaca que lo fundamental es “trabajar día a
día”, y añade: “El periodismo es una cuestión de confianza
con los ciudadanos”. “Más vale tarde que inexacto -continúa
Raso-, un periodista debe saber que no está exento de
errores, pero debe esforzarse en evitarlos”. Por eso, con 58
años, y tras varias décadas ejerciendo la profesión, sigue
aprendiendo, atento en todo momento a cuanto pasa a su
alrededor. Aun así, reconoce que es “necesario, aunque a
veces imposible, desconectar”. En esos momentos tiene claro
cuáles son sus deseos: contemplar una puesta de sol, “como
los de Urueña (Valladolid)”, junto a la persona que quiere.
Y de banda sonora, el ronroneo de una gata.
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