Larache, el mitológico Jardín de
las Hespérides para algunos autores clásicos, entró con paso
firme en la historia casi en los albores de la humanidad:
desde el cercano dolmen de M´zora a la antigua ciudadela
romana cuyas ruinas se asoman al paso del Lucus, toda una
riada de pueblos (púnicos, romanos, bereberes, árabes y
españoles en el pasado siglo) dejaron de algún modo testigos
pétreos de su paso. Hoy, entrado ya el siglo XXI, Larache
pugna por seguir progresando a su ritmo, fertilizando el
presente y proyectándose con fuerza hacia el futuro”. A
vuela pluma, pergeñaba el otro día estas notas en la
tangerina imprenta Litograf para acompañar un pie de foto de
esta entrañable ciudad con sonoro nombre del norte marroquí
que, precisamente hoy, acoge en el cuidado campus de su
moderna Facultad Polidisciplinaria el I Encuentro
Periodístico sobre “Los medios de comunicación en las
relaciones hispano-marroquíes: ¿información o tensión?”,
organizado por el Centro Marroquí de Estudios Hispánicos (CMEH),
entidad presidida por mi querido amigo el profesor Abdelilah
Ennour, cuyo dinamismo organizativo corre parejo a su
entusiasmo.
A la largo de un sin duda intenso día, un grupo de
periodistas españoles y marroquíes debatirán en tres paneles
sobre el complejo y apasionante mundillo de los medios de
comunicación de ambos países, haciendo especial hincapié en
la percepción mutua y la imagen del otro. El acto cuenta con
financiación conjunta (desde la AECI y el Instituto
Cervantes de Tetuán, a diferentes instituciones marroquíes),
será inaugurado por autoridades del vecino país y el Cónsul
General de España en Tetuán y Larache, Díaz Valcárcel,
contándose en la clausura con la presencia de Mohamed El
Yazghi, ministro de Estado y Alberto José Navarro, embajador
de España en Rabat. Un lujo y una imperiosa necesidad, pues
desde ambas orillas la praxis periodística “informa” a veces
a culo pajarero.
Por lo demás, un día sí y otro también las algaradas siguen
a lo largo y ancho de este bello país. Si por un lado hay
expectativas y se palpa la esperanza, por otro tal parece
como si un mar de frustraciones y un malestar profundo se
fuera apoderando del “alma mater” de la sociedad marroquí.
Artesanos, jornaleros, intelectuales, jóvenes y mayores,
islamistas y gente de izquierda… marchan de la mano en su
particular búsqueda del Grial, conformando una sinergia de
cambios ineludibles. ¿Está agotado el régimen marroquí…?.
Cómo tal no, hay cuerda para rato: la monarquía sigue sin
ser contestada aunque a este paso no sé aun por cuanto
tiempo, pues los mimbres que soportan el actual entramado no
parecen capaces de seguir aguantando tanto peso a medio
plazo. Como pudo observar este escribano del “limes”, el
martes a mediodía en el centro de Tetuán las gentes del zoco
de Bab Tub se concentraban mostrando su protesta y al
atardecer, en pleno Larache, las fuerzas de seguridad
intervenían con energía para dispersar una manifestación de
marineros y pescadores. ¿Hacia dónde está caminando
Marruecos…? Sin duda hacia un horizonte sociopolítico
distinto del actual. No se le pueden poner puertas al campo:
la demanda de cambios estructurales y profundos está en al
aire y si ya no es posible nadar y guardar la ropa, mucho
menos es seguir braceando en contra de la corriente.
Enrocarse y pensar a estas alturas lo contrario sería un
trágico error, tanto para la continuidad de la Corona como
para la estabilidad de Marruecos, nuestra frontera sur más
inmediata, cuyo inmediato devenir es crucial
estratégicamente tanto para España como para el resto de
Europa. Si Marruecos se “enfría”… nosotros vamos a
estornudar.
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