Si tuviera que definir la
intervención del Presidente Juan Vivas en fecha de ayer ante
la Cámara habría que calificarla de “vibrante”. Supo
utilizar el tiempo a todas luces escaso para su defensa de
los intereses de Ceuta, analizar de forma concisa,
sintetizar sin dejar flecos al aire y demostrar que resulta
imbatible no solo en las distancias cortas, sino también en
las largas distancias porque supo atraer el interés de los
representantes de los grupos, regatear con ellos y llevarles
a su terreno. A todos menos al representante de CIU que hizo
gala de insolidaridad y desfachatez queriendo hacer
coincidir las circunstancias especiales de Ceuta y de
Melilla con las de “ciertas comarcas catalanas” sin
especificar, haciendo surgir la duda de si existe alguna
comarca fronteriza con un país ajeno a la Unión Europea y a
la que se tenga que llegar por vía marítima. El catalán
quedó mal, al igual que Gaspar Llamazares que expuso su
“apoyo con cautelas” con lo que demostró su auténtica
“preocupación” por los desempleados de esta ciudad. En el
resto de los grupos apoyo y cercanía, a destacar la
intervención de Francisco Márquez que fue vigorosa y estuvo
muy bien preparada, el Presidente Vivas y el diputado
conocen el tema al dedillo, dominan el fondo y la forma y
van sobrados a la hora de argumentar peculiaridades,
extrapeninsularidades, hechos diferenciales, singularidades
y perentoriedades.
Manejan el tema de las medidas que son imperativas para el
desarrollo de la ciudad y disertan de forma pedagógica, sin
concesiones a la demagogia y sin rozar ni de entrada ni de
salida el recurso al eufemismo. La intervención fue de
suficiente envergadura como para que todos los
representantes de los grupos políticos llevaran bien
estudiadas las pautas de sus opiniones y disertaron de forma
adecuada aunque ni era la ocasión ni era el momento para que
la representante del PSOE expresara sus quejas por las
acometidas que está recibiendo su partido en Castilla-La
mancha por parte del Partido Popular, sobró el inciso. Por
lo demás todo se adecuó al deseo casi unánime de sacar
adelante la iniciativa y de manifestar de manera contundente
la cercanía de casi todos los partidos a las ciudades
españolas en África y no la cercanía de los partidos a las
comarcas catalanas en no se sabe donde porque hay que ser un
auténtico indigente moral para tratar “de arrimar el ascua a
la sardina” en el tema de las bonificaciones y comparar la
ciudad de Ceuta con el Bajo Ampurdán en cuanto a derechos y
a aspiraciones motivadas. El Presidente pedía “ser iguales”
al resto de España y que se vele por el equilibrio
territorial de España y de las más españolas de las ciudades
de España.
¿Y cuántos matices se pueden alcanzar en una intervención de
tan solo diez minutos? Una amplia gama si atendemos a lo
observado, el Presidente estuvo vibrante y su apariencia era
la de entusiasmo, pero sin perder en ningún momento el
sentido de los tiempos, pese a su proverbial mesura se le
notaba excitado y pletórico porque la comparecencia ha sido
muy esperada y todos éramos conscientes de la importancia
trascendental de lo que se estaba viviendo en la Cámara,
porque, aunque somos plenamente conscientes de que el futuro
de la ciudad está integrado por sus ciudadanos que son el
motor de su desarrollo y progreso, el “echarle gasolina” al
motor no está de más y es muy necesario. Las bonificaciones
energizarán la economía y sustentarán la creación de trabajo
y por lo tanto de riqueza.
Lógico que tanto el Presidente Vivas como Inmaculada Ramírez
y Francisco Márquez parecieran funcionar como si les
hubieran dado cuerda: era mucho lo que había en juego ante
los micrófonos y en el estrado del solemne foro. Y las
alocuciones de los ceutíes consiguieron satisfacer y
responder a las expectativas de todos los ciudadanos.
Ayer en Madrid, el político que menos mide de España volvió
a ser el político más grande. Y la voz de la eficacia.
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