Bienvenidos al fondo del mar”, anunciaba un cartel (por
supuesto, plastificado) debajo del mar. Lo sostenía Antonio,
el ‘cura’, y amigo de la pareja. Franci Valero y Erika
Moreno, coordinadores de las actividades del centro de buceo
de Ceuta ‘Diving Center’ se dieron ayer el ‘Sí, quiero’ (en
realidad se dijeron ‘Sí, acepto’) a doce metros de
profundidad bajo el mar, a aproximadamente un cuarto de
milla de la playa de Benítez, cerca de donde se ubica la
desaladora.
Las bodas submarinas son una opción que ya se practica en
Tailandia y en Mallorca y que Erika pensó hace unos meses
que sería una buena opción realizarlas en Ceuta. A Franci le
pareció una buena idea y para predicar con el ejemplo, ellos
mismos han decidido ser los primeros en protagonizar esta
boda simbólica (el sábado realizaron el enlace oficial,
casándose en el Juzgado). Y a pesar de los nervios, han
salido “muy contentos”. “Era complicado organizar a tanta
gente debajo del mar, pero al final ha salido muy bien”,
explicaba el novio tras el enlace.
Por el poder de Neptuno
Ocho barcos, con unas sesenta personas, salieron del Puerto
Deportivo sobre las diez y media de la mañana. No faltaron
los trajes de gala, aunque eso sí, colocados encima del
neopreno. A las once y cuarto de la mañana, los novios, ella
con velo y ramo de flores, y él con pajarita blanca; el cura
y una treintena de invitados se lanzaron al mar. “Por el
poder que me otorga Neptuno”, dijo Antonio e inició la
ceremonia. Los novios, en lugar de anillos, se
intercambiaron sendas medallas de la virgen del Carmen.
No hubo arroz, pero sí sidra, para brindar por los recién
casados, y también beso a la novia. Después, volvieron a
salir a la superficie para reencontrase con el resto de
invitados al evento. “Ha sido una boda muy divertida”,
explicaba Jorge, el patrón de una de las embarcaciones y
testigo del enlace. “Cuando han sacado carteles como el de
‘Dejar de moveros ya, ¿no veis que se enturbia todo?’ o ‘Por
favor, apaguen sus teléfonos móviles’ nos hemos hartado de
reir”, añadía. En la barca le esperaba su novia, Nayra, que
aseguraba que ella no se casaría debajo del mar ni en broma.
“Si Jorge quiere, yo le digo que sí por vídeoconferencia”,
anotaba ella.
El lanzamiento de una bengala desde uno de los barcos daba
por concluida la boda. Una vez de vuelta a tierra, los
novios, ya como marido y mujer, han ofrecido un banquete a
todos los asistentes en la puerta del centro de buceo, en el
Poblado Marinero, en el que no ha faltado ni paella, ni
callos ni cervezas. Ahora ya sólo esperemos que el amor les
dure mucho, también sobre la tierra.
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¿Alguien más se anima?
La propuesta del centro de buceo
‘Diving Center’ consiste en ofrecer un paquete turístico que
tenga como eje central la opción de casarse bajo el mar, una
boda para expertos submarinistas, pero también para novatos
con ganas de probar aventuras nuevas, ya que la actividad
incluye a dos instructores de buceo y todos los materiales
necesarios. Si los novios ya saben bucear, la ceremonia se
celebrará a doce metros de profundidad, frente a la imagen
de la virgen del Carmen.
Si, por el contrario, la pareja no ha buceado nunca, en los
días previos a la ceremonia, se les realizará un ‘bautismo’,
es decir, el certificado de buceo que permite sumergirse en
el mar con toda seguridad.
Primero harán una prueba previa en piscina, y después en el
mar, a fin de que el día de la boda, los nervios por dejar
la soltería sean los únicos que acompañen a la pareja. En
ese caso, la inmersión tendrá que ser a tres metros de
profundidad.
Erika Moreno y Franci Valero han sido los primeros. Ahora
esperan que cunda el ejemplo y la gente se anime a casarse
bajo el mar.
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