Los vecinos del Quemadero piden unas explicaciones que no
acaban de llegarles y aseguran que, para hacer oír su voz,
diez de ellos están dispuestos incluso a “cortar” el camino
de las máquinas que desde hace una semana trabajan junto a
sus casas. “No podemos ni dormir”, afirman unos con
preocupación, mientras que otros expresan su descontento con
la clase política, pues a sus casas sí llegan “las cartas
para votar”. “Somos españoles, pero para lo que nos
vale...”, se lamenta una de las mujeres, mientras otra,
nacida -dice-, en este lugar, se extraña de que Vivas dijera
que no sabía nada del caso: “Tienen que venir a verlo”,
reclama.
Los vecinos del Quemadero, preocupados por la evolución del
movimiento de tierras que se lleva a cabo junto a sus casas
e indignados por unas explicaciones que no llegan, piensan
en manifestarse, más concretamente, diez de ellos están
dispuestos a “cortar” el avance de las máquinas. Así lo
señalaban ayer a este diario a las puertas de sus casas,
frente a las cuales, al ser domingo, se respiraba una
tranquilidad que no han tenido en la última semana. “No
podemos ni dormir, empiezan a trabajar a las siete de la
mañana y hasta la noche no paran; si no viene nadie por
aquí, vamos a cortar las máquinas”, explicaba una de las
afectadas.
Otro de los vecinos afirma que no quieren “problema”, sólo
que les digan “algo”. “Nosotros estábamos bien, vivíamos
tranquilos aquí, no pedimos marcharnos, pero si tenemos que
marcharnos, que nos lo digan y si nos quedamos, también”,
señalaba uno de los habitantes de este núcleo de viviendas,
que algunos afirman que compraron sus abuelos y que están
ubicadas en terrenos de Defensa.
Marian era una de las mujeres que ayer observaba con
preocupación en estado en el que está quedando lo que antaño
fuera una vaguada llena de huertas y árboles frutales, con
una gran plataforma de tierra que pasa por delante de sus
casas, a muy pocos metros de donde juegan sus hijos y por
donde muchos de ellos, pasan a diario -por la fuerza de la
costumbre al ser el camino más corto-, para subir al
Príncipe.
A Marian, que afirma haber nacido en el Quemadero, le
“extrañó” que el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, dijera
que no conocía la situación por la que pasan estos vecinos.
“Tienen que venir a verlo”, concluye. La mujer cuenta cómo
hace unos días se quedaron sin agua. “La grúa pasó por
encima y cortaron el agua, aunque luego lo arreglaron”,
relata.
Alima, otra de las residentes, tiene reproches para los
políticos. “Somos españoles y bien que nos llegan las cartas
para votar”, ironiza, para agregar que ella, nacionalizada
hace 20 años ha votado “en todas las elecciones”. La mujer
explica que de las diez familias del Quemadero, ocho son,
como ella, españolas y que otros dos son marroquíes con
permiso de residencia. “De todos los que vivimos aquí, sólo
hay dos que no tengan pasaporte (español), pero para lo que
nos vale...”, asevera. Respecto al interés de los políticos
por las cerca de 30 personas que viven en esta zona del
Príncipe Alfonso, Alima añade que “el año pasado” les visitó
Mohamed Alí (el líder de UDCE) y que hace poco se acercaron
hasta sus casas “dos de Caballas”. “El puente del Quemadero
ha muerto”, sentenciaba la joven mientras contemplaba el
resultado de las obras que se desarrollan a pocos metros.
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