Lunes. 30
Decía José Pla, el gran escritor catalán, que a veces
se paseaba por las calles con el exclusivo objeto de mirar
la cara de los hombres y de las mujeres que pasaban. La cara
de los hombres y de las mujeres que habían pasado de los
treinta años, y que las encontraba impresionantes. En ellas,
en esas caras, Pla aseguraba que veía una concentración de
misterios minúsculos y oscuros, a la medida del hombre, de
tristeza virulenta e impotente, de ilusiones cadavéricas
arrastradas años y años; de cortesía momentánea y
automática; de vanidad secreta y diabólica; de abatimiento y
de resignación ante el Gran Animal de la Naturaleza y de la
vida. Pues bien, abstraído voy yo en tales pensamientos, por
la plaza de la Constitución, cuando Juan Barrientos
me saca de mi letargo. De Juan he dicho siempre que me ayudó
lo indecible cuando yo fui entrenador de la Agrupación
Deportiva Ceuta. No sólo como médico del club sino también
en otros aspectos. Juan me mira a los ojos, que es la última
cosa que la gente se deja mirar, y aguanto a pie firme su
pedazo de mirada. Luego, Juan me da su diagnóstico: te
encuentro muy bien. Y a mí no me queda más remedio que darle
las gracias al amigo y médico, Juan Barrientos, por
regalarme su diagnóstico rápido. Lo que siempre se ha
llamado ojo clínico.
Martes. 31
Charla con personas conocedoras de cuanto sucede en la
llamada Casa Grande y anexos de ésta. Llevan muchos años
trabajando en el Ayuntamiento y se saben de memoria vida y
milagros de los políticos. Debo decir cuanto antes que
suelen ser reservados. Muy prudentes. Cierto es que, en
algunas ocasiones, sienten la necesidad de darle gusto a la
lengua. Porque están hartas de tragarse componendas y
chanchullos. Hoy, en el momento adecuado, pregunto si es
verdad que Mohamed Alí ha sido beneficiado con
entregas de viviendas oficiales para sus más allegados. Los
funcionarios se miran unos a otros y acaban intercambiando
sonrisas de complicidad. Pero, ante mi insistencia, uno de
ellos va y me dice: “Mira, Manolo, no nos ponga en
semejante aprieto. Lo que tienes que hacer tú, si tanto
interesa el tema, es dar los siguientes pasos… Y te puedo
asegurar que terminarás muy bien informado de cuanto deseas
saber”. Mi respuesta es que yo nunca he sido sabueso de
nada. Aunque en este asunto, que no deja de tener su
importancia, procuraré que designe, quien puede hacerlo, a
la persona que tenga habilidad para averiguar si el segundo
hombre de la coalición Caballas ha sido obsequiado con tanta
esplendidez. Oído al parche.
MIÉRCOLES. 1
Comida con Pepe Ávila, Mohamed Chaib y Luis
Parrilla. La cual nos permite hablar de cuestiones
variadas, distendidamente. Y debo decir que he visto al
director del Hotel Tryp como en sus mejores tiempos.
Relajado, con ganas de conversar y con una alegría de la que
careció durante un tiempo. Por supuesto que lo dicho no deja
de ser una apreciación mía. Faltaría más. Pepe Ávila, cuando
se lo propone, es un magnífico contertulio, a quien conviene
escuchar atentamente. Y así lo he hecho hoy. A Pepe le tiene
uno descrito como hombre que cautiva en cuanto su cabeza
está despejada de tonterías de tres al cuarto. Tonterías de
las que nadie nos libramos. Ávila sabe, además, que le tengo
ley. Y, por tal motivo, en ocasiones no he dudado en
dirigirme a él en corto y por derecho, cuando algo no me ha
gustado. Dicho lo cual, debo destacar lo interesante que fue
la sobremesa. Porque Parrilla, como es su costumbre, no dudó
lo más mínimo en animar el cotarro. Ante la mirada siempre
atenta de Chaib. Que oye, ve y… casi siempre calla.
jueves. 2
Me paran por la calle más que nunca. Y lo hacen aficionados
al fútbol para preguntarme acerca de los ataques que viene
recibiendo la Asociación Deportiva Ceuta por parte del
hombre que manda en la Coalición Caballas. Quien manda en la
Coalición Caballas es Juan Luis Aróstegui. Y no tengo
más remedio que explicarles a los aficionados al fútbol y
seguidores de la ADC, que Aróstegui odia con todas sus ganas
al presidente del primer equipo de la ciudad y que también
es editor de ‘El Pueblo de Ceuta’. Que la aversión que
siente Aróstegui por José Antonio Muñoz es debida a
que sigue convencido de que los colaboradores de este
periódico le han hecho pegar el petardo electoral que ha
pegado. Y, sobre todo, porque tiene entre ceja y ceja al
equipo de fútbol. Es más, no es la primera vez que le han
oído decir, quienes soportan sus salidas de tono en los
partidos recreativos en los que participa, que él acabará
con el fútbol profesional en esta tierra. Este tipo, el
Aróstegui, como lo llaman vulgarmente en la calle, a medida
que va creciendo en edad va empeorando su comportamiento y
aumentando sus fobias. ¿Por qué será? Cuidado con él.
VIERNES. 3
Tengo entre mis notas escritas, obtenidas de mis lecturas,
la siguiente: “Los seres humanos se dividen en dos clases:
los que venden algo y los que no venden nada; los que trepan
y los que están libres; los que predican y los que viven.
Tal vez sólo existan los de la primera clase, pero ello no
obsta para que la división sea pertinente. Porque estamos
muy hartos de vendedores, trepadores y predicadores. Ya
decía Alan Watts que si el zen ganó popularidad en
Occidente es porque, a diferencia del estilo profético
judeocristiano, no predica, no moraliza, no regaña. No da la
tabarra. No trata de vender nada”. El secretario general de
CCOO (sindicato que está pidiendo a gritos ser auditado para
que se sepa el uso que le viene dando a las subvenciones
gubernamentales), el Aróstegui, es, precisamente,
vendedor de humo, trepador reconocido y predicador a tiempo
completo, entre otras muchas cosas. Por lo que no ha tenido
el menor en empacho en volver a vestir de limpio a todos los
ciudadanos de esta tierra que no han votado a la Coalición
Caballas. Les ha dicho que están idiotizados, y que deberían
morir por viejos, por ignorantes, por egoístas y por ser
unos irresponsables, resignados con su suerte. ¿Quién se ha
creído que es este Fulano? ¿Hasta cuándo los ciudadanos de
esta tierra le van a permitir que siga descargando contra
ellos la bilis que almacena en cantidades industriales?
Sábado. 4
No entra en mis planes, desde hace ya bastante tiempo, comer
fuera de casa los sábados. Hoy, debido a un compromiso
ineludible, he tenido que hacerlo. La sobremesa ha sido
larga y muy entretenida. La edad de los comensales nos
permite hablar de tiempos pasados. De lo ocurrido hace ya
bastantes años, más de los que los sentados a la mesa
quisiéramos. Aunque, salvo los alifafes correspondientes a
nuestra edad, no tenemos motivos para quejarnos ninguno de
los reunidos. Cuando nos toca hablar de fútbol, soy
preguntado acerca de Trompi, ese jugador que yo
relacionaba en mi columna, días atrás, con José Martínez
“Pirri”. Y me pongo a hablar de él. Era un futbolista
genial. Yo tuve la suerte de verle jugar (tras haber sido
figura indiscutible en el Granada, cuatro temporadas en
Primera División, desde la temporada 41-42 a la 44-45) en el
Antequerano, donde hacía también de entrenador. Y luego lo
tuve como técnico en el Portuense. Más tarde lo frecuenté en
Madrid durante cinco años. Y a medida que voy contando
anécdotas de José Sánchez Pérez, Trompi, la risa cunde en la
mesa. Eso sí, la vida no se portó bien con un hombre que
había sido muy bueno en lo suyo y a quien la mala suerte, en
forma de desquiciamientos, le hizo penar muchísimo.
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