Aunque pueda parecer un fenómeno
estático, la inmigración clandestina se “adapta” a los
cambios que se operan en las políticas internacionales y
que, en el caso de Ceuta, la afectan muy directamente. Si
hasta el pasado año, la ciudad recibía un goteo incesante de
inmigrantes, aquellos que no lograban atravesar el Estrecho
a bordo de pateras, el flujo se ha intensificado desde
entonces y con la llegada del buen tiempo, amenaza con
incrementarse como ocurrió en 2010. Ahora, la opción es
llegar directamente a Ceuta, a nado o en pequeñas balsas, y
la Guardia Civil no puede interceptar a aquellos que se
“escapan” a las fuerzas de seguridad marroquíes. Urgen
soluciones nuevas para problemas nuevos.
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