La barriada del Príncipe experimenta profundos cambios en
materia de Urbanismo mientras sufre el castigo de una alta
tasa de paro entre sus residentes. El propio presidente
Vivas dijo, en una visita a la barriada el pasado mes de
marzo que “El Príncipe ha tenido en esta legislatura un
protagonismo especial”. Pero cada residente, cada ciudadano
de la barriada tiene su propia historia y sus propios
problemas para los que piden ayuda y soluciones. Un ejemplo
de ello es Abdelkader, de 51 años, y que lleva cuatro sin
trabajo mientras va tirando de una ayuda de 420 euros y de
unas cabras y gallinas que le reportan otros ingresos.
Abdelkader dice que es un ceutí de pura cepa y que siempre
ha vivido en la barriada del Príncipe. “Nací en 1960 y he
llegado a tener 80 árboles y muchos tomates, incluso cuando
estaban aquí, los guardias civiles entraban a mi casa como
unos vecinos más”. Hoy se queja de su destino de manera
amarga, “ya ni las cabras tienen para comer hierba, me han
tirado todo y apenas me queda una higuera frente a la casa”.
Sentado junto al fortín de la barriada, el cabrero hace un
pequeño repaso a su vida con cierta amargura. Cuando se le
pregunta qué hace con la cabra que ha sacado a pasear con
una larga cuerda comenta que el animal está “malito de las
tripas”, pero que pronto se pondrá bien ya que le ha dado
“una cocacola fria”.
En medio de la conversación recuerda que se publicó una
fotografía suya abrazado a Juan Vivas hace unos meses,
durante una visita del presidente a la barriada. En la breve
conversación le pidió que le ayudase ya que llevaba cuatro
años en el paro, y que le pusiera unos bolardos que impidan
aparcar coches pegados a la pared de la habitación donde
duermen “sus niños”, por miedo a que prendan fuego a uno de
los vehículos, como ha ocurrido antes en la zona.
A fecha de hoy Abdelkader sigue sin los bolardos y en el
paro. Ha conseguido vender algunas cabras y sacar otra
pequeña cantidad de dinero vendiendo huevos a 15 céntimos
“cuando la gallina no está clueca”. Entre gallinas y
pollitos tiene 18, más las cabras. Pero eso no le da para
vivir. Explica que cobra 420 euros al mes y que los recibos
son caros: “He pagado 70 euros por la luz y casi 80 por el
recibo del agua, estoy desesperado por mis niños”. Sus
“niños” son dos chicos y dos chicas de 7, 12, 16 y 25 años.
Ahora continúa a la espera de que “el presidente” pueda
hacer algo por él. Mientras tanto, sigue tirando de las
cabras.
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