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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 1 DE JUNIO DE 2011

 
OPINIÓN / ANÁLISIS

¿Por qué es necesaria la figura de un Defensor del Pueblo?


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Podría contestar a la pregunta que titula este artículo diciendo que, si en otras ciudades lo tienen por qué nosotros no vamos a tenerlo. De hecho, los más puristas podrían esgrimir el art.14 de la Constitución que consagra el Principio de Igualdad (irreal en su aplicación como el resto de la Carta Magna) y alegar que los ceutíes sufrimos un agravio comparativo con respecto a otras autonomías como la andaluza donde el Defensor del Pueblo es el padre Pepe Chamizo. Aunque en las ciudades también tienes a sus propios Defensores, en Málaga lo hay y en Marbella también pero no sé si se califican “del Pueblo” o “del Ciudadano” que viene a ser lo mismo. Y para evitar un trato discriminatorio los hay que plantean y pergueñan la conveniencia de esta figura, por más que estemos en plena política de recortes y de austeridad. Precisamente por la crisis agobiante que padecemos y por los problemas que esto ha conllevado para miles de familias la existencia de esa “cadena de transmisión” de los problemas de los ciudadanos y la Administración cobra especial relevancia y un hondo significado.

Les contaré una anécdota en concreto de mi relación con el padre Pepe Chamizo, fue por una causa judicial en Marbella, correría el año 1998. En resumen, tirotearon a un ruso y detuvieron a su esposa como cómplice, todo muy truculento, sobre todo cuando llamaron a declarar al hijo menor de la pareja y le obligaron a contestar a las preguntas del juez sin intérprete, sin estar asistido por un letrado y sin la presencia de su abuela ni de ningún familiar.

El menor fue severamente interrogado sobre qué pudo presenciar la noche del crimen porque al ruso le habían matado en su propia villa, le apretaron bien las tuercas. Nada traumático si el chico hubiera tenido dieciseis o diecisiete años, pero algo más chocante si tenemos en cuenta que el pequeño tenía ocho años y no hablaba bien español. ¿Y yo como defensora de la madre qué iba a hacer? ¿Denunciar ante el Consejo General del Poder Judicial? ¿Denunciar a un juez ante sus colegas? La verdad es que soy mezquina a la hora de gastar el tiempo así que denuncié ante el Defensor del Pueblo y ante Prodeni que es la asociación que vela por los intereses de los niños. Y el cura vino a verme a Málaga, se informó, comprobó la veracidad de mi historia y removió Roma con Santiago, llamó aquí, allá y acullá, tiró de faxes, molestó a media España y consiguió ocasionarle a ese instructor que interrogaba a chiquitines un molesto dolor de cabeza. Lo cierto es que los ciudadanos recurren a los Defensores pidiendo amparo en relación con los Poderosos, no van a pedir un piso porque no es el lugar, ni un trabajo porque no es el INEM, pero sí recurren cuando parecen agotarse todas las opciones y ya no confían en obtener resultados y se quedan de algún modo paralizados, sin saber adonde acudir. Porque eso de “no saber adonde acudir” es algo muy habitual cuando la gente tiene problemas e ignora qué tecla hay que pulsar para hacerse oír.

Recuerdo que el Defensor del Ciudadano que operaba en Marbella allá por principios del 2.000 visitaba semanalmente a todos los pesos marbellíes, en la cárcel en la que estuvieran, para atender sus necesidades, ayudar a las familias, interceder en la concesión de grados y mejorar sus condiciones. Hay mucha queja relacionada con la Justicia y con la Administración en general, el Defensor acaba por convertirse en refugio de afligidos, en paño de lágrimas, en echamano de indefensos, en conseguidor, en árbitro de penas y en moderador. De alguna manera su presencia y su figura “dan seguridad” a los ciudadanos y es paliativo de la soledad ante la lejanía de los Poderosos.

Pero lo importante es que jamás se desvirtúe su papel, porque ni es una oenegé ni una organización caritativa, de hecho no maneja presupuesto, como mucho el escaso personal de oficinas y las dietas y gastos de viaje en plan modesto. Eso es lo mejor porque no hay dineros de por medio ni posibilidades de alcanzarlos, las subvenciones, ayudas, financiaciones y demás son tareas de los Gobernantes, para defender se requiere un ordenador, una línea de internet, una fotocopiadora, tres euros de cuartillas y llevar en la cabeza aquello que en un naufragio el mar no puede arrebatar: el conocimiento. Ser un poco sabio, un poco viejo, un mucho resiliente, millonario en empatía, con la sensibilidad a flor de piel y entre las piernas los atributos de aquellos kamikazes que al grito de “Tora,tora” y bajo la bandera del sol naciente, hacían diabluras con sus aviones por el Pacífico cuando la segunda Gran Guerra. Y en equilibrio, siempre en plan “entremares” es decir y hablando en calé “entre la “mare” que parió al ciudadano y la “mare” que parió a las Administraciones”.

La labor es ingrata, la gratificación escasa, los medios limitados,los ordenadores de segunda mano, vehículo el propio y gastos la gasolina, el café, como mucho un menú de ocho euros y pasándose, un hostal. ¿Y quien puede querer tarea tan ingrata? Pues la ambicionan buenas personas que realmente tienen una gran vocación de ayuda, una enorme capacidad de comprensión, un talante batallador y absoluta falta de respeto a los Poderosos que no muestran merecer tal respeto.

Mucho se ha comentado en esta ciudad sobre la conveniencia de disponer de esa figura de la que otros disponen, ahora con los 25% y las apreturas parece el momento menos idóneo para algunos y el ideal para otros ya que la Institución del Defensor en sí cuesta cuatro gordas, no tiene dotación, se compromete a subsistir con lo mínimo porque no hay más y si hay no se lo van a dar. Es una función austera, de pocas alharacas, de nulo exhibicionismo y suele ser tremendamente eficaz, porque presta un servicio y el pueblo utiliza ese servicio, porque da calidad de vida y no es asistencialista, porque a todos atiende por igual y con todos se enfrenta lo mismo ya que su cometido no es “ser popular” sino servir al pueblo desde el pueblo y al ciudadano desde las aceras o desde las colas del peculio en los Centros Penitenciarios. Y decimos todos ¿Si sirve mucho y encima no es gastoso, por que otros sí y Ceuta no? ¿O es que estamos castigados? Por cierto, al no existir un Defensor a quien formular las preguntas con garantía de respuesta directa ¿Quien puede desvelar la incógnita y responder a la cuestión?.
 

El juicio del cohecho del “kilo de tomates”


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Qué se puede sentir cuando, tras ocho años de sufrimiento psicológico, el delito del que se te acusa queda en una falta?. ¿Que se experimenta en la boca del estómago cuando, tras haberte visto pregonado en los medios de comunicación, señalado, acusado de un delito de cohecho, convertido en un “cadáver civil”, desacreditado y avergonzado todo se finiquita con una multa de tres mil euros?. Ayer por la mañana, en las dependencias de la Audiencia Provincial, departiendo como letrada con los compañeros que llevaban la defensa de los seis Guardias Civiles, sujetos de la minuciosa y brillante investigación del Grupo de Asuntos Internos que acabó informando de los tenebrosos supuestos trajines de los Guardias, con kilos de tomates y de patatas y hasta cuarenta eurillos de por medio, ayer sentí una mezcla de esperanza y de mi habitual grima ante el Sistema que padecemos.

Esperanza porque la representante del Ministerio Fiscal supongo que sopesó astutamente las causas de nulidad, que salpicaban esa publicitada causa y que comenzaron en el mismo instante en el que se vulneraron las normas de reparto, y prefirió llegar a un acuerdo con las defensas dejando el delito en falta, la inhabilitación en humo, la pena en multa y el calvario de las criaturas en un “así son las cosas”. Y suerte tuvieron los Guardias de estar en Ceuta. Ustedes no pueden ni llegar a suponer el predicamento excepcional que alcanzan las sentencias dictadas por la Sala que preside el espectacular magistrado Tesón, tal vez ignoren las zozobras de los abogados de media España por “enganchar” una de esas sentencias excepcionales, auténticos precedentes, donde los jueces de la Audiencia, con un par de pelotas, anulan escuchas anulables sin que les tiemble el pulso ni se les mueva un pelo de sálvese la parte. Cada sentencia ceutí es de las que hacen jurisprudencia. ¿Y esos Fundamentos de Derecho?. ¿Y esos Fallos que son más bonitos que un San Luis? Lógico que despierten todo tipo de sentimientos encontrados, predominantemente los celos y la envidia. Pero, halagos a las nulidades ceutíes aparte, ¿qué sintieron los seis hombres de la Benemérita al ver su ordalía transformada en simple anécdota? Pues yo se lo cuento porque treinta y un años de penal padecido conllevan una especie de perspectiva especial y presiento que los Guardias se sintieron, antes que nada, muy cansados. Agotados por años esperando la decisión final y conviviendo malamente con las descargas de cortisol motivadas por una situación cronificada de estrés. Y la angustia y el miedo no son evaluables ni pueden ser objeto de tasación porque no existe compensación posible. Ni quedan ganas de arremeter contra quienes difundieron un “delito gravísimo”, ni contra quienes no atendieron desde el mismo instante de la incoación de las Diligencias, a raíz de la denuncia de Asuntos Internos, que se habían vulnerado las normas de reparto al “elegir” al juez que les salió a ellos, a los de Asuntos Internos, de sus investigadoras pelotas.

Multiplicación de causas de nulidad, agónica espera, duro escrito de Acusación y como colofón la “filtración” interesada de parte de las transcripciones de las escuchas a un periódico, que las publicó en plan “justiciero” para oprobio y escarnio de los Guardias. Porque una cosa es que te monten una investigación y otra cosa es la cutrería infecta de andar, no entre tráfico de armas o de material nuclear, sino presuntamente enredado en tramas de bolsas de tomates y “propinillas”. Y todo el sufrimiento para pactar por una falta de estafa y acabar “multados” y encima sin tener claro si se va a continuar con la deducción de testimonio y la posterior investigación sobre las publicitadas grabaciones. Claro o no claro los condenados por la falta deben encontrarse exhaustos. Y la inmensa fortuna de quienes dan lugar a las injusticias de la Justicia es que, los encausados, acaban tan reventados que ya no les quedan fuerzas para arremeter contra nadie, ni para enredarse en más procedimientos, ni tienen fe en conseguir una reparación, ni confían en nada ni en nadie.

Y repito que esta de Ceuta es una buena Audiencia y que el pacto alcanzado ayer por las partes es muy favorable. Y tampoco el medio que publicó las grabaciones ha hecho “demasiada” sangre, tan solo la normal en un Sistema obsoleto, mohoso y polvoriento donde la indefensión de los buenos es la norma y la cruel pasividad de los Poderosos la evidencia irrebatible e inevitable. De ahí la urgencia de que aparezcan los poetas, los filósofos y los pensadores, porque son ellos y no los ejércitos, lo que ganan las revoluciones. A las armas se puede contestar con las armas, los hombres se enfrentan y combaten entre sí, pero las ideas tienen la malsana costumbre de que se escabullen, hacen quiebros y requiebros, metes en la cárcel al que las piensa pero las ideas se cuelan por los barrotes y siguen libres. También se le puede “montar” al pensador una “Macrooperación” y llamar a las cámaras y colocar al juez para que otorgue ciertos formalismos a la poca verguenza del invento, pero las ideas se siguen expandiendo y calan en una mente y en otra, son pura energía del Universo, son las vibraciones de la física cuántica, son el “quantum” que es la párticula más infinitesimal del átomo y ni se las puede encarcelar, ni tienen ahorrillos que se les puedan intervenir, ni puedes dañar a sus familias. Son ellas las que tumbarán a este Sistema malvado y anquilosado donde se proclama altivamente el “respeto a x o a lo que dice x” cuando quiere decir “miedo a x y a lo que te pueda dañar x”. No sirve.

Hay que regenerar y dictar nuevos cuerpos normativos capaces de proteger famas y honras “de oficio” sin tener que contratar a leguleyos y perder la vida en los pasillos de los Juzgados. Hacen falta leyes jóvenes, limpias y que respondan al sentir del pueblo español. Porque el montaje y la parafernalia actuales ya no sirven, les ha cumplido la fecha de caducidad como a los yogures y nada tienen que ver con el corazón que late en el pueblo.

Los seis Guardias Civiles salieron en silencio y tragando saliva, sus abogados, para qué negarlo, no eran buenos sino “muy” buenos . Pero la verguenza, el agobio y las noches de insomnio de estos años ¿cuál de las instituciones que componen el Sistema las va a pagar?. Porque todo comenzó en Macrooperación Kilo de Tomates y se quedó en agua de borrajas. ¿Y no es para gritar un “nunca más”?.
 

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